Todo el que ama la radio y su mundo sabe muy bien que su historia hubiera sido muy diferente sin las grabadoras de voz, esos artilugios que, hace algunas décadas, los profesionales transportaban en bandolera con pesados equipos que se conectaban a un micrófono, y que ahora se han visto sustituidos por aparatos tecnológicos muy avanzados, e incluso por teléfonos móviles.
Las grabadoras son las grandes olvidadas, de las que casi nadie habla y no se suelen tener en cuenta. Por lo tanto vamos a darles aquí un más que merecido homenaje.
Grabar la voz humana, nuestra voz, ahora nos parece de lo más habitual, lo mismo que la fotografía, pero desde luego antes no era así. Cuando empezaron a surgir los primeros reproductores de casete, y a venderse las primeras cintas vírgenes gracias a las cuales se podía realizar el procedimiento de grabación del sonido, el escuchar nuestra propia voz era algo casi mágico.
Al principio tampoco todos los reproductores de casete disponían de esta función, y solamente tenían cabeza lectora, pero no grabadora. Los aparatos que poseían esta atractiva característica solían disponer del pulsador o botón para grabar (el asombroso "Record") de un color diferente, bien en el mismo pulsador, o bien con la leyenda en un color distinto, normalmente solía ser rojo, aunque también los había naranja e incluso rosa.
A la vez que este botón, debía pulsarse en combinación la tecla de "Play" ("reproducción") para que la cinta en el interior del casete fuera desplazándose a la velocidad adecuada. Poco después fueron llegando al mercado los primeros aparatos que realizaban ellos solos esta función, y uno solamente debía preocuparse en pulsar el botón de "Record", y no la combinación de varios botones como antes (que graciosamente era lo más parecido al alt+ctr+sup en los equipos Windows).
Este primer sistema era el que posibilitaba las entrevistas y grabación de acontecimientos a distancia, cuando las emisoras de radio no podían trasladar equipos móviles como ahora, haciendo la función de grabación para programas en diferido (a emitir después, cuando se llegase a la emisora), o bien en el apoyo de reportajes, o para grabar acontecimientos, entrevistas y sucesos que minutos después entrarían en el directo.
Por supuesto, el teléfono era un recurso muy habitual en un tiempo en el cual solo existían teléfonos fijos, y el reportero debía de meterse en el primer bar que encontrase, "adueñarse" del teléfono y esperar a que desde la emisora le dieran paso. Luego llevaría el material necesario grabado para su posterior procesamiento y salida en antena.
La grabadora era también un elemento vital para entrevistas, sobre todo cuando éstas se realizaban para especiales, programas o magazines semanales, que debían llenarse de contenidos. En estos casos los medios técnicos de los reportajes de la radio eran bastante limitados, así que había que combinar todas las técnicas que pudiera ser posible para no hacer de un reportaje de varias horas de duración algo tedioso. La música, por supuesto, era otro elemento esencial en estos casos.
La miniaturización consiguió que el reportero pudiera prescindir en muchos momentos del aparatoso dispositivo de grabación, aunque seguía esclavo de las cintas casete que solían ser pequeñas y específicas para las micrograbadoras. Éstos aparatos (las micrograbadoras) estuvieron con nosotros hasta hace bien poco, cuando fueron sustituidas por quienes serían las reinas indiscutibles: las grabadoras digitales.
Gracias a la compresión en MP3 y al sonido digital estéreo, se podían grabar entrevistas, declaraciones y acontecimientos usando un minúsculo aparato, muy ligero y muy polivalente. Además, se podían grabar numerosas pistas de audio y durante muchas horas, tras lo cual, una vez utilizadas, se podían eliminar de memoria sin necesidad de gastos en nuevas cintas magnéticas ni molestos cortes para cambiar éstas. Sin olvidar, por supuesto, la cantidad de averías que se evitan o de limpieza, necesarias en las antiguas cabezas grabadoras de funcionamiento analógico.
Las grabadoras de audio de hoy son en sí mismas todo un pequeño estudio de grabación: no solo permiten elegir la calidad del sonido, sino que permiten realizar cortes, selección de clips, añadir pausas dinámicamente, apagarse solas tras un determinado tiempo en espera, e incluso escuchar el sonido que se graba mientras se procesa. Incorporan además pequeños altavoces para poder oír el clip recién grabado, con las habituales funciones de adelantar o atrasar en el tiempo de grabación, e incluso función de búsqueda. Debido a que pueden grabar cientos de clips en sus memorias, el proceso de gestión de éstos es vital.
A diferencia de los teléfonos móviles, las grabadoras digitales actuales tienen la ventaja de que su sistema de energía, mediante baterías o pilas recargables, dura mucho tiempo y pueden mantenerse grabando durante horas, lo que en muchos casos supera una jornada laboral completa. Los aparatos profesionales permiten que sus baterías recargables en forma de pilas sean compatibles con pilas estándar, pudiendo utilizar una pila cualquiera en caso de urgencia o necesidad. Incorporan además un sistema de iluminación (importante cuando tenemos que manejar clips en auditorios oscuros) y la posibilidad de usarlas con micrófonos convencionales, o micrófonos tipo petaca para grabar sonidos directamente de la persona, como si se tratara de un micrófono independiente.
Al igual que los cuadernos (muchos periodistas aún escriben a mano las ruedas de prensa) y los ordenadores portátiles son importantes para los medios escritos (periódicos y revistas), y las videocámaras para los medios audiovisuales (televisión), las grabadoras son el apoyo perfecto para los medios sonoros (la radio), y aún hoy siguen teniendo un papel primordial e insustituible.
Por supuesto, los cada vez más numerosos smartphones de alta calidad y cargados de funcionalidades han hecho que a veces se puedan sustituir, al menos en parte, a los ordenadores -muchos de ellos pueden funcionar con teclados compactos mediante Bluetooth o conexión directa- y cuadernos en la prensa, y sus videocámaras a veces son aprovechadas para determinadas situaciones en televisión, así como las grabadoras que éstos smartphones suelen incorporar. Pero al igual que una cámara profesional está a años luz por delante en servicio, función y prestaciones que un smartphone, una grabadora, tanto en autonomía como en polivalencia y capacidad de trabajo está muy por delante a su símil virtual en el smartphone.
Para el reportero de la radio la grabadora es casi como para el reportero de la imagen en una revista su cámara de fotos. No están tan valoradas ni se les reconoce tanto su trabajo porque siempre han sido bastante ignoradas, pero para todos los que amamos la radio y hemos trabajado con sistemas de grabación ellas son algo especial. Y, desde luego, muy queridas. Es increíble todo lo que aportan y lo que uno es capaz de hacer con ellas, a cambio de tan poco.
| Redacción: Radio Ibérica
A mediados de los 80, cuando me regalaron mi primer walkman, un International, marca que ya habéis comentado, me podían aquellos que veía que además podían grabar. En ese pequeño espacio, tenías radio, reproductor de cassette, y grabador, todo un alarde, que se ha perdido, cuando ahora un móvil no-inteligente ya permite hacer todo eso y más.
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