Siempre me han llamado poderosamente la atención las gemelas (creo que resulta evidente con Astrid e Ingrid Sjoberg en El Imperio, ¿verdad?). Pero más bien, no las típicas gemelas que visten igual y que son "gemelas", o sea, las que todos hemos conocido seguramente en algún momento de nuestra vida (o incluso las tengamos de familiares, hermanas...), sino las que poseen entre sí marcados contrastes. Gemelas que, como Astrid e Ingrid, una tiene un carácter abierto y extrovertido, y la otra huraño e introvertido. Una viste ropa clara y colores vivos, y la otra negros, rojos carmesí y tonos tirando a góticos. Son iguales pero en ese contraste en el que se marcan las diferencias se enfatiza y se hace más palpable aún esa igualdad, esa similitud. Y eso, al menos para mí, las convierte en todavía más atractivas si cabe.
Precisamente conozco a dos gemelas que son así, tienen ese marcado contraste entre ellas. Una la ves siempre arreglada, con cuidada imagen, vistiendo elegantemente y siempre con peinados de peluquería muy bonitos. Su hermana gemela es radicalmente lo opuesto: va por ahí desaliñada, desarreglada... De cualquier manera. Si una viste tejanos raídos, la otra perfectos jeans. Si una lleva las uñas pintadas y arregladas, la otra con el esmalte medio saltado.
Precisamente sobre gemelos tengo una anécdota muy peculiar. Cuando iba a la academia de inglés, al poco de empezar mi profesor nos preguntó en inglés sobre nuestros hermanos. Yo creía que se trataba de un ejercicio más, y que la pregunta no iba en serio, de manera que mientras algunos le decían "tengo una hermana" (I have a sister), "nosotros somos tres hermanos" (we are three brothers)... Yo dije, inventándomelo de manera totalmente inconsciente: "we are twins" (somos gemelos). No me di cuenta de que iba en serio hasta que el profesor comenzó a decir: "¡Twins!, ¿entendéis? They are twins...". Claro, en mis inicios con el inglés me vi en una tesitura: ¿cómo responderle en inglés "¡eh, eh, que se equivoca, que lo dije en broma!"?, no tenía ni idea, así que pensé: "mejor dejarlo así, no vayamos a liarla más".
A partir de aquel momento me di cuenta de una cosa curiosa: mi profesor acabó creyendo que yo no iba a clase todos los días. Era una situación kafkiana, pero cuando lo averigüé me resultó simpática y así estuve jugando con ella todo el tiempo que fui a la academia. Por aquellos años yo tenía coleta, y llevaba un pendiente, pero como tengo el pelo muy rizado (o bastante rizado), cuando no llevaba gel fijador (que solía usar) la coleta "desaparecía" como por arte de magia entre el resto de cabello enmarañado. Además, llevaba pendiente en una oreja. Así que unos días salía de casa con el pelo sin gel, y con el pendiente puesto y, otros, salía con la laca puesta, la coleta bien visible, y el pendiente en la oreja. Mi profesor acabó pensando entonces que unas veces acudía a su clase un gemelo y, otras, el otro. O sea, que nos intercambiábamos las clases para que "el otro yo" pudiera divertirse por ahí.
En su intento por tratar de "descubrirme" a veces me preguntaba cosas que habían pasado el día anterior, hechos bien palpables que sólo uno podía saber si había acudido a clase. Nunca me pilló en una de esas (obviamente porque seguía siendo yo), pero tras mucho intentarlo no se qué pensaría porque al final se dio por vencido. Tal vez pensó que entre "mi gemelo" y yo teníamos una especie de contacto paranormal o algo, cuando lo que realmente ocurría era tan simple como que "el otro yo" era, realmente, yo.
| Redacción: Bianamaran.blogspot.com
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