Por regla general si has tenido una vida de pecado, morirás en pecado. Solo en algunas pocas ocasiones (que no suelen darse de manera habitual) quien vive ofendiendo al Señor termina sus días arrepentido. "Os llamé -dice Dios- y pues me rechazásteis, yo también me reiré en vuestra muerte", se nos dice en Pr. 1, 24-26. Y San Juan Bautista María Vianney decía: "Cuanto más lejos lleguéis en vuestros extravíos, más merecedores os haréis de que Dios se aparte de vosotros y os abandone. Concluyo, por tanto, que cuanto más retraséis vuestro regreso a Dios, mayor es el peligro de no convertiros nunca".
Pero aparte de eso, la verdad es que ni la persona más santa puede estar segura de su salvación, o de tener una muerte apacible. De San Felipe Neri se menciona que solía decir antes de cruzar la puerta para salir a la calle: "sales cristiano, tal vez volverás a entrar como un pagano, después de haber renegado de tu Dios". Un día que pensaba que estaba solo, se puso a clamar: "¡Ay!, ¡estoy perdido, estoy condenado!". Alguien que le oyó, se acercó a decirle: "Amigo, ¿es que desesperáis de la misericordia de Dios?", a lo cual el santo respondió: "no es que desespere, sino que espero mucho; digo que estoy perdido y condenado si Dios me abandona a mí mismo, cuando considero que tantas personas habían perseverado hasta el fin, y una sola tentación las perdió, esto es lo que me hace temblar noche y día, temiendo ser del número de esos desgraciados".
A todo eso hay que añadir que es precisamente en el momento de la muerte cuando el enemigo desata toda su ira, consciente él de que es su última oportunidad para llevarse consigo al sufrimiento eterno a esa pobre alma. Es muy habitual, por tanto, que muchas personas relaten ver visiones demoníacas y espíritus malignos tentándolos grandemente en el momento de la muerte. Clínicamente -me refiero a la medicina- eso se explica por las ya bastante conocidas alucinaciones, "malas jugadas" que produce el cerebro durante sus últimas horas de vida pero, sea como fuera, están ahí y ocurren. Lo veamos desde el punto de vista médico, o religioso, el hecho es que suceden.
Por eso existen algunos medios para prevenirlos o, al menos, paliarlos. En la llamada "coronilla de San Miguel" una de las gracias que se dice alcanza esa oración es que el santo arcángel envíe sus ángeles a sus devotos para auxiliarles en el momento de su muerte, y así ayudar a combatir (o echar atrás) esas malas influencias.
Tal como existen esos azarosos episodios al morir, también es verdad que otros santos y santas lo que experimentaron fue todo lo contrario: una presencia divina y una paz indescriptibles. Esa es la que podría considerarse "una buena muerte".
Desde tiempo antiguo la Iglesia ha intentado auxiliar a sus hijos en ese importante episodio del nacer a la otra vida, y además de las oraciones que os mencionaba antes existe la medalla de San Benito. Cuando esa medalla va incrustada en una cruz, se la denomina "medalla de la buena muerte".
La razón de ese nombre es que la iglesia otorga indulgencia incondicional a quien, con fe, la tenga en el momento de morir.
Yo personalmente no soy muy aficionado a este tipo de objetos religiosos, pero hace unos días una amiga me la regaló, quizá como un anticipo a mi propia preparación para la muerte (si es que alguien puede realmente prepararse para ello). Aunque la medalla es grande como para llevarse al cuello, suelo tenerla conmigo cuando me acuesto y me parece una gran consolación. Creo que la mayoría de cristianos nos sentimos mucho mas tranquilos cuando nos podemos dormir abrazados a una cruz. Al fin y al cabo, cruces es lo que tenemos en esta vida, y una cruz es también nuestra salvación.
No deja de resultar curioso que la cruz sea un símbolo que nació en la iglesia copta para reconocerse (e identificarse) como cristianos, mientras que la iglesia católica-romana no tenía ese símbolo (en las catacumbas son habituales el anagrama XP superpuesto - X [ji] y P [ro] son las dos primeras letras de la palabra griega "Christòs" [Jristós], o sea: Cristo-; y el pez, que en griego es "IXTHYS" [Ijzýs], y que, colocadas en vertical, en griego forman el acróstico "Iesús Jristós, Zeú Yiós, Sotér" = "Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador" -acróstico indica una palabra cuyas primeras letras van formando el inicio de cada primera línea o párrafo-; pero no las cruces). Desde la iglesia copta se fue extendiendo por el resto del universo cristiano, hasta convertirse en un símbolo universal, ya que en Roma la cruz era un símbolo no muy bien visto, porque era en una cruz con lo que se ajusticiaba a reos (por eso Cristo murió en una cruz). Gracias precisamente al Señor, acabó convertida en símbolo de salvación. Pero esa es otra historia que puede que cuente otro día.
| Redacción: Bianamaran.blogspot.com
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ResponderEliminarNo hay justo ni aun uno,
ResponderEliminarRomanos 3:10-12
10 Como está escrito:
No hay justo, ni aun uno;
11 No hay quien entienda.
No hay quien busque a Dios.
12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Todos somos reos del pecado desde Adán y Eva, solo los que aceptan a Cristo por FE tienen asegurada la salvación, los demás irán todos a condenación eterna.
Otra cosa distinta son los galardones que tengan los salvos en el cielo (Apocalipsis 22:12)
Todo el que tenga FE en el Señor Jesucristo ha de estar tranquilo, no ha de temer a la muerte, lo que no se debe perder es el temor hacia el SEÑOR para ir perfeccionándose , de hecho como dice Pablo en Filipenses
Filipenses 1:21
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
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*Muertes de los apóstoles, todos salvos y glorificados en el cielo.
https://www.youtube.com/watch?v=Z1F4x8qNiHE