Las marcas nos quieren vender productos que nos hagan salir airosos de todas las situaciones. Relojes Pro Trek o Suunto que nos permitan alcanzar el Everest, o G-Shock o Victorinox que nos acompañen en safaris por África o por las amplias estepas del Serengeti o del Colorado, donde el sol cae a plomo y quema como el mismo fuego.
Las marcas patrocinan a alpinistas de renombre, a famosos y famosillos que llevan ese reloj no porque lo necesiten realmente, sino porque necesitan el dinero del patrocinio para sus expediciones. Si por ellos fuera llevarían un W-59, pero así nos crean necesidades y nuestras necesidades alimentan sus aventuras, sus viajes y diversiones.
Pero la realidad que luego te encuentras es bien distinta a ese vídeo que tanto te emociona en el canal de la marca en Youtube, o en el anuncio en la televisión.
Todo el mundo alucinaba (y flipaba) cuando vio a Frank Cuesta recorriendo las selvas más inhóspitas del planeta, los desiertos más calurosos y las cumbres con rocas más afiladas con un par de zapatillas de goma, pantalones cortos y una mochila de un crío de cinco años. Parecía que iba en contra de los cánones establecidos. "Cualquier día se romperá una pierna y después ya verás", "cómo puede ir así, las sanguijuelas le comerán vivo", "a dónde va con esas pintas, se va a romper la crisma", decían muchos. Pero la realidad es que ni las sanguijuelas se lo comieron, ni se rompió la crisma y ni se pasó media selva buscando agua. La raza humana -el hombre- habita muchas de las zonas más inhóspitas del planeta, y aunque en la sociedad occidental estemos tan mal educados como para ser totalmente inmunes al dolor ajeno y a las necesidades de los demás, por lo general los pueblos indígenas se ayudan entre sí y una de las máximas que tienen casi todos los pueblos de ese estilo es acoger y cobijar al viajero. Nada que ver, como veis, con las políticas de la mal llamada sociedad occidental.
Sin lo último de lo último en tecnología, Frank Cuesta jugaba con serpientes y escorpiones, y se acercaba a felinos y dormía en los vivac más malamente construidos que hayáis visto. Y todo ello sin el título de "comandante de no se qué" de las fuerzas especiales "de no se dónde".
Confieso que la filosofía y despotismo del personaje no me va nada, pero hay que reconocer que sus programas y reportajes les han abierto los ojos a muchos que desde sus casas veían al mundo con temor, miedo y un cierto desprecio, porque en la tele la vida de tu vecino no vale nada. Acostumbrados a los americanismos, donde todos "los otros" (cualesquiera que sean esos otros) son los malos, y donde todo se resuelve por la fuerza de las armas, gente como Frank Cuesta y el mismo Álvaro Neil nos abren los ojos y nos dicen que tras la puerta de nuestras casas, en esos países y lugares selváticos, tan peligrosos y lejanos, no ocurre lo que nos quieren hacer creer.
Repito (no me cansaré de hacerlo) que mucho de lo que vemos y oímos en esos reportajes y documentales americanos (que inundan la escena televisiva actual) son promovidos, sostenidos o alimentados por intereses de compañías armamentísticas, "señores de la guerra" internacionales que no vemos y que tejen y mueven hilos a nuestro alrededor, porque a ellos les interesa que haya guerras, que tengas temor al otro, que rehúyas y desconfíes del vecino. Gente sin escrúpulos mucho más peligrosa que hackers y crackers, mucho más dañinos que la piratería informática o que la delincuencia organizada que nos quieren vender. Ellos alimentan guerras y guerrillas, y crean enemigos (Osama Bin Laden y toda la red de AlQaeda que tantos atentados y tanto se les teme en Europa y en el mundo fueron creados por la CIA, no lo olvidemos nunca) para luego poder destruirlos vendiendo sus armas.
Señores de la guerra que masacran y pervierten sin escrúpulos, que se escudan detrás de sus multimillonarias aportaciones a regímenes y partidos políticos. Que manejan el escenario mundial a nivel internacional y en unas proporciones que cuesta imaginárselas.
Pero luego te das cuenta que la gente de las tribus amazónicas o africanas llevan relojes Collection de Casio, y que esos mismos que propugnan los smartwatches luego usan y visten mecánicos porque ni ellos mismos los tragan. Pero eso no importa porque lo que interesa es vendértelos a ti, y no a ellos.
Y luego, mientras uno y lo otro acontece a tu alrededor, soportan con su dinero grandes expediciones y expedicionarios para hacerte ver un mundo a tu medida. Encerrarte en tu casa con vídeos acaramelados, y amenazándote con que no salgas y pongas en peligro tu vida. O, más bien, con que no salgas y descubras que nada de lo que te han pintado tras sus filtros cinematográficos ocurre realmente. Y fuera de las rutas turísticas topas con un planeta que es totalmente diferente al que te han acostumbrado a ver.
| Redacción: Bianamaran
Es que hay que ser tonto para llevarse un Victorinox INOX de 500€ de excursión, teniendo un F-91W para darle trote, que te proporciona más funciones.
ResponderEliminarHay que sospechar cuando vemos muchos de estos personajillos con un Breitling o similares. ¿De verdad creeis que por ejemplo un piloto acrobático, puede ver la hora en vuelo?
¿Os habéis fijado que en la F1 no llevan reloj, y se lo ponen sólo en la rueda de prensa?
Y fuera de los relojes, ¿creeis que a la modelo de turno, le hace falta la joya tal, o el perfume cual, para hacerse con el chico protagonista del anuncio?
No os dejéis engañar, si lo hacéis, es porque queréis, así de sencillo.