El SEPE (Servicio Público de Empleo español, el antiguo INEM) se ha hecho famoso no por su eficiente servicio de búsqueda de empleo sino, por desgracia, por derrochar el dinero público que llega a sus arcas.
Personalmente tengo que confesar que suponía que, tras los numerosos escándalos de los cursos del INEM acontecidos en Andalucía y en casi todas las regiones españolas, en donde el dinero destinado a los desempleados era desviado a tramas corruptas de los sindicatos y de las academias y empresas que gestionaban los cursos, estas cosas ya no ocurrían y el dinero y subvenciones ahora estaba mucho mejor invertido.
Por desgracia no ocurre nada de eso.
La semana pasada me contaba un amigo la experiencia que había tenido en uno de esos cursos, que acababa de concluir. Algunas de las cosas que me desveló me hicieron llevarme las manos a la cabeza, y seguro que a muchos de vosotros también os resultarán escandalosas.
El curso estaba subvencionado por el SEPE, y era impartido por un centro oficial.
Me decía este chico que, cuando más o menos iban a la mitad de curso, la dirección del Centro se encontró con "el problema" de que les "sobraban" casi cuatro mil euros de la subvención destinada a material del curso. Era una subvención que "no se podía devolver", había que gastarla "en algo". A pesar de que en el curso ya les habían facilitado uniformes, ropa de trabajo y libros, y en lugar de destinar ese dinero a cosas más útiles, no tuvieron mejor idea que gastarlo en comprarles libros de un famoso personaje que sale por la televisión, cuyo nombre no diré porque ni viene al caso ni importa mucho para el tema. Que el dinero público para un curso de desempleados se destine a adquirir libros de un señor simplemente porque sea famoso, me parece indignante. Si no pueden devolver la parte de la subvención "que les sobra", creo que los parados hubieran agradecido más cosas mucho más útiles o, qué queréis que os diga, comida por ejemplo. O becas.
Otro sinsentido fueron las prácticas. Se supone que, con el fin de adquirir destreza en el manejo de herramientas y en poner a prueba la teoría, ahora la mayoría de cursos exigen que los alumnos realicen prácticas laborales.
Bueno, os contaré que a uno de los chicos le enviaron a una empresa aprovechándose de él descaradamente trabajando gratis a destajo, pero lo peor es que la labor que realizaba no tenía nada que ver con la materia del curso. Es decir: la empresa simplemente necesitaba de "un currante" para ese puesto, y para no tener que contratar a nadie iba saliendo del paso con los chicos que le llegaban de esos cursos. Además que, para más asombro, ¡a la empresa le pagaban por tener a ese chico allí! Doble beneficio.
No se qué clase de inspectores controlan eso, pero es evidente que muy bien no hacen su trabajo.
A mi amigo no le fue mucho mejor. Acabó en una empresa donde lo único que aprendió fue "a escaquearse", se refugiaban -él y otro trabajador, éste en nómina- en un rincón esperando simplemente a que pasara el horario de trabajo. Su jefe, el responsable de ellos, acudía por la mañana y no regresaba más, no se le volvía a ver en todo el día. Por supuesto, de poner en práctica lo que había aprendido mi amigo en el curso ni hablemos. Lo único que aprendió allí fue a evadirse y a matar el tiempo con el smartphone. O sea: que hubiera sido mucho más útil en su casa.
Además, su trabajo era en horario partido, y ya os imagináis cómo acabó tras tener que ir por la mañana y por la tarde a perder el tiempo allí.
Entiendo que esto, a quienes más beneficia, es al Gobierno, ya que mientras una persona realiza estos cursos no solo la eliminan de la lista de desempleados, sino que, además, figura en las estadísticas como si estuviera trabajando, es decir: como si hubiera encontrado empleo. Toda una falacia, como podéis ver.
| Redacción: Bianamaran.LaOcho.com
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