27.8.17

Comunidades de vecinos


Una de las cosas que más le costaba a mi padre para salir del pueblo era tener que irse a vivir en una comunidad de vecinos. Por fortuna cuando salimos de allí fuimos a parar a un edificio con unos vecinos excelentes, respetuosos, muy solidarios y que nos ayudábamos unos a otros cuanto podíamos.

Por desgracia eso fue hace ya mucho tiempo, y ya no estoy allí. Ahora mismo -aunque llevo tiempo intentando cambiar, sin conseguirlo- vivo en un piso donde la atmósfera es desesperante. Prácticamente no hay un minuto del día en el cual puedas estar tranquilo y relajarte. Todo el dia, las veinticuatro horas, son estresantes. A eso hay que añadir que el edificio es muy antiguo, por lo cual todo se oye y hay muy poco aislamiento acústico tanto entre plantas, como entre viviendas en una misma planta.




Para una persona como yo, que tanto para programar, para escribir y para redactar posts -como éste- es necesario un mínimo de concentración y tranquilidad, os podéis suponer la auténtica y titánica lucha y esfuerzo que me supone sacar algún artículo adelante.

Es una lucha extenuante y muy desagradable, y a veces me veo obligado a posponer entradas o, directamente, dejar de ponerlas.

A mi lado tengo un vecino relativamente joven, cuyo piso es de su pareja pero que en realidad hace y actúa como si fuera suyo propio. Ella vive en otro y solo viene para cuando quieren estar juntos. El caso es que él es uno de esos tipos prejubilados, es decir: con mucho dinero y mucho tiempo libre. ¿Y qué pasa cuando esas dos cosas se juntan? Pues algo malo, porque nada hay más peligroso que la ociosidad. Se ha empeñado en reformar él solo el piso, aunque tenga casi nulos conocimientos y ande consultando a amigos sobre cómo va instalado ésto o aquello. Ha dejado el piso en esqueleto, y siempre está dando golpes. De hecho ya le he puesto el apelativo de "el carpintero", asi que podéis imaginaros.


El problema es que cuando no está haciendo su "bricolaje" (lleva casi dos años así, en la "reforma" del piso, y lo que te rondaré), pone la televisión a tope de sonido, y como ni tiene que madrugar ni hacer nada durante todo el día, se queda hasta la madrugada viendo la televisión, o viendo programas tan soporíferos tipo Sálvame y similares. Como tiene dinero de sobra con su pensión de jubilación (a pesar de que tenga casi mi misma edad, por cierto), se ha hecho instalar o una puerta blindada que vale más que el piso entero. Esas puertas si algo son es pesadas, y al cerrarla, como la deja cerrarse "a peso", da unos golpes que tiembla el edificio entero y, por supuesto, tiembla el piso donde estoy, que estoy pegado.

El otro vecino que tengo casi puerta a puerta en realidad es un matrimonio relativamente joven. Tienen dos perros que son un escándalo: uno chilla, y el otro ladra, y cuando no está uno está el otro dando alaridos. Se llevan fatal y se insultan todo el día. Para que os hagáis una idea, esta noche llega él (trabaja en la hostelería) a las tantas de la madrugada. Como él venía con ganas de sexo, y ella no, ya empiezan a insultarse. Por si fuera poco se dicen unas cosas cochinas, que son asquerosas y repugnantes, y oírlas no es, os lo aseguro, nada agradable. Y, de fondo, por supuesto los perros ladrando. Y todo esto a las dos de la madrugada.


Si unos hacen escándalo por la mañana, y los otros por la tarde y noche, no creáis que tengo la tarde en paz, o la madrugada. Ni mucho menos. Junto a mí vive en otro piso un anciano. Aunque es anciano, no suele molestar mucho (bueno, a veces se le cae el bastón, y escuchas casi todo el día el monótono y torturador sonido de una mecedora, pero es bastante, digamos, "soportable"). El problema es que tiene muchos hijos, nietos, nueras... Y cuando ahí no está uno, está otro. Muchos no tienen llave, así que se quedan pegando timbrazos horas y horas porque el anciano está bastante sordo, pero no importa: siguen con lo mismo. Por esa misma razón cuando están en el piso hablan a gritos y te enteras de toda su vida (y supondréis a mí lo que me interesa su vida...). Uno es camionero, y cuando llega empieza a contar la ruta que hizo, dónde fue a cargar o descargar... Lo mas trágico es que les gusta el fútbol, y se emocionan contando las tonterías de fichajes o partidos. Ellas no son menos molestas: llegan con tacones, que no se los quitan en casa, y a veces están durante horas caminando con tal ruido que pareciera que están en tu misma casa. Cada dos por tres están moviendo muebles, tiran objetos sin miramientos al suelo y se pasan horas picando y taladrando yo que sé. Tal es así que deben tener la casa como un queso gruyere. Ha llegado a tanto que en la cocina han llegado a tirarnos el fluorescente por las vibraciones, y de hecho ahora mismo hemos tenido que colocar una lámpara, porque no puedes poner nada colgado del techo, porque lo destrozan. Tienen tan poco civismo, tan poco respeto, educación, y tan poca consideración, que cuando tendían ropa como sábanas, mantas, colchas y demás, lo hacían cubriendo totalmente mi ventana, por lo que tuve que llamarles la atención. Aún así, ni caso: lo siguen haciendo. Y no es algo eventual, que de vez en cuando, pues vale, se puede permitir, no pasa nada, pero es que es algo que hacen sistemáticamente. De manera que a veces te encuentras en pleno verano con la habitación a semioscuras porque te la han cubierto ellos, y si en verano es así, imaginaros en invierno cuando entra poca luz: tienes todo el día la habitación en completa oscuridad.

Claro que hay una comunidad, pero es de risa: la comunidad deja que cada uno haga lo que le dé la gana, como si esto fuera la jungla, porque obviamente la comunidad también la forman ellos, y a ellos les importa un pito todo. De hecho están las paredes de las escaleras (pintadas hace poco) hechas un asco de andar bajando y subiendo trastos, de pegar patadas, e incluso con parte del revoque quitado, y con zonas agujereadas hechas a propósito. Muchas de las puertas de los buzones de cartas han sido arrancadas, y otras partidas por la mitad, y las meadas de perros en el portal, y de basura arrojada a los patios de luces, está a la orden del día.


Para alguien que, como yo, le gusta la paz y la tranquilidad, e incluso que tiene cuidado hasta para mover una silla y lo hace despacio (y no es algo maniático, creo que es de educación hacerlo así cuando tienes vecinos alrededor) podéis suponer la tortura que es convivir con todo esto. Ni los insultos, ni las blasfemias, ni la música a todo trapo a todas horas (¡estoy del Rulo ese hasta la narices!) me agradan ni van conmigo, creo que si alguien quiere escuchar música a todo volumen, puede hacerlo simplemente poniéndose unos auriculares y sin molestar a nadie. Pero no, ellos la ponen con su reproductor de música y potentes altavoces como si estuvieran en una barraca de fiestas. Y lo malo es que no es un día esporádicamente, un día determinado, una fiesta... Lo malo es que es sistemáticamente, todo el día, a todas horas. Todo el rato.

Todo esto que os estoy contando es verídico y real, así es la comunidad en la que estoy viviendo ahora. Y si os resulta indignante, no es todo porque no os he contado cuando la vecina del primero invita a las amigas de su hija, saltan por la ventana al patio de luces, y se quedan hasta la madrugada haciendo fiesta y bebiendo sin que nadie les diga absolutamente nada, o el otro vecino, usando el otro patio de luces como vertedero para poner todos los trastos que encuentra por ahí.

Sí, vivir en una comunidad es un asco, más sobre todo cuando quieres paz y tranquilidad, o cuando estás enfermo y necesitas descansar. Pero ¿qué se puede hacer? Largarse. Eso intento.

| Redacción: GacetaIlustrada.com / GacetaIlustrada.blogspot.com

2 comentarios :

  1. Largarse como bien dices es la única solución, por desgracia. Yo he vivido una situación similar, viviendo en un chalet. Por tanto yo "sólo" tenía que soportar ladridos, la música y televisión, a todo trapo, de mis familiares.

    Me apena mucho tu situación, sal de ahí en cuanto puedas.

    El problema es que la población ha olvidado por completo el significado de la palabra "civismo". Y esto es un gran problema para gente como nosotros porque ya no es cuestión de haber caído en mal sitío, no, es que tal situación es la norma en la actualidad. Yo he podido constatar que dicha circunstancia no es únicamente propia de España. Actualmente resido en Reino Unido y te encuentras sistemáticamente ante el mismo problema. Soy un lector vago, es decir no comento, pero me he visto relfejado en multitud de ocasiones en tus artículos, sirva como ejemplo el de los tapones para los oídos. Llevo usandolos más de diez años y coincido contigo en que los mejores son los de la marca Quies. Antes de mudarme , solía usar los susodichos y al mismo tiempo unos auriculares bluetooth circumaurales con música para intentar aislarme. Aún así es casi imposible aislarte de ciertas frecuencias de sonido, especialmente de las agudas, como las de los ladridos de perros.
    Por tanto el problema ya no se reduce a cambiar de casa, sino que te ves en la obligación de poner atención a los futuros vecinos que como decía antes la norma es que en mayor o menos medida sean como los tuyos. Yo he observado que el precio de alquiler de la zona es directamente proporcional a la tranquilad que obtendras. No es ley, pero casi. Hablo de ciudades donde casi no hay otra opción que vivir en pisos, si hablamos de pueblos ya tenemos más opciones. No te imaginas lo que pago de alquiler. Gano el salario mínimo pero es que para gente que como yo trata de usar la cabeza para algo, la tranquilidad es imprescindible, repito imprescindible. En multitud de ocasiones me he visto pensando en hacerme con una furgoneta y acondicionarla como mini casa, y seguramente lo haga pronto para tener mi propio espacio cuando voy a España.

    Pon todo tu empeño en salir de ahí cuanto antes.

    Saludos y ánimo.


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  2. Gracias por tus palabras Barraca, y sobre todo por tu comprensión, te lo agradezco mucho. Eso intento hacer, pero los alquileres cada vez están peor. En todo caso, a ver si tengo suerte y me voy a un sitio donde, al menos, me dejen respirar tranquilo unas horas.

    Muy buen consejo lo de los auriculares, de hecho estuve un tiempo usándolos, aunque como bien dices hay frecuencias que es muy difícil "apagar" totalmente.

    La furgoneta... buff, que coincidencia, precisamente le comentaba lo mismo anteayer a una amiga :D Es exactamente lo que yo quisiera hacer, lástima que eso sea más difícil de conseguir para mí que un piso de alquiler, pero si pudiera también lo haría sin dudar. Y lo bueno no es solo que te aísla bastante, sino que si te molestan en una zona, vas a otra y listo. Esa libertad que te da una furgoneta (o una autocaravana) es precisamente lo que más anhelo. Y no es porque no quiera aguantar a nadie, no me molestan las personas, ni las conversaciones, ni la música... Pero el no poder tener un rato de silencio en todo el día en el cual sentarte aunque sea a pensar es desesperante.

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