10.9.17

El gato que agotó sus siete vidas a la vez


A veces uno se pregunta para qué pagamos impuestos, para qué mantenemos servicios de guardias rurales, policías, guardias civiles, guardias urbanas y guardias regionales si en un momento de necesidad nunca están. Probablemente el caso que os voy a contar a algunos les parezca anecdótico, pero quiero pensar que la mayoría de los que leéis este blog contáis con la sensibilidad suficiente como para darle la importancia que se merece.

Empiezo diciendo que, por lo general, a mí no me gustan los animales domésticos, siento una cierta aversión hacia ellos, pero sí me gusta verlos en libertad. Y, por encima de todo, lo que no me gusta es verlos sufrir, más aún verlos sufrir gratuitamente, porque si es para comer o por imperiosa necesidad, pues bueno, qué se puede hacer, pero dejarlos sufriendo por sufrir me parece lamentable.




Ayer fue un día bastante desgraciado para mí. Fui en tren hasta la última parada que realiza el trayecto de la RENFE, para después dirigirme hasta el cementerio donde está la sepultura de mi hermana. Hay que hacer un largo trayecto caminando, y si lo hace uno a solas se vuelve bastante soporífero, sobre todo porque buena parte del recorrido se realiza sobre una carretera regional sin arcén y que se le hace a uno interminable, así que me acompañó un chico el cual -además- me pagó el billete de tren, cosa que le agradezco enormemente porque no es barato, y la ida y regreso cuestan más de diez euros.

Íbamos tranquilamente caminando por la carretera que os comentaba, temiendo que empezase a llover, cuando a lo lejos escucho unos maullidos lastimosos. Desde la distancia veo a un gato, que está sobre la cuneta, y en un primer momento supongo que está allí tranquilamente sentado pero, al acercarnos y darme cuenta que no se aleja de nosotros -como suelen hacer esos felinos- me encuentro con una escena dantesca: algún desalmado lo había atropellado, y lo había dejado en la cuneta lamentándose y retorciéndose de dolor.

Por desgracia -digo por desgracia para el pobre animalillo- el coche le había pasado por encima de las patas traseras, pero no por encima de la cabeza, lo que hubiera sido lo ideal -para él- porque así habría muerto instantáneamente y no habría sufrido nada. En lugar de eso, el gatito, que era bastante jovencito, tenía media cola arrancada en su parte delantera, supongo que la columna partida (podía mover las patas delanteras, pero no las traseras, que las arrastraba), y algunas de las vísceras le estaban colgando por la misma zona trasera. Os podéis imaginar la impresión que nos llevamos.

Mi compañero me empezó a preguntar qué podíamos hacer, y yo le dije que, al ser una zona de mucho paso de ciclistas -lo cual es cierto- quizá alguno se acercase y le pudiese ayudar mejor que nosotros, que estábamos muy lejos y sin ningún medio. Más que nada le dije eso para calmarle la conciencia, y quizá calmar también la mía. Por supuesto, os podéis imaginar con qué ganas hicimos el resto del viaje.

Al regresar, mucho tiempo después, tuvimos que pasar por ese mismo punto, y en mi interior esperaba que a esas alturas de la tarde el gatito ya no estuviese alli, que alguien lo hubiese recogido o, en su compasión, haberlo matado y acabado con su sufrimiento. Pero al pasar de nuevo por ese punto el alma se nos fue al suelo: el animalillo no solo seguía allí, sino que la parte trasera ahora estaba llena de moscas, y te miraba con unos ojos de compasión que se te caía el alma al suelo. Ya prácticamente no podía arrastrarse, pero seguía poder moviendo la parte delantera.

Por las heridas, tardaría mucho en morir todavía, ya que aunque graves, no eran mortales de necesidad. Entonces mi compañero, que tiene una sensibilidad por los animales increíble, me dijo que no podíamos irnos sin más. Decidió quedarse con el gatito y llamó desde allí a la Guardia Civil, y al Seprona (el servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil). Le dijeron que ellos no podían hacerse cargo de esas cosas, que eso competía a la policía local.

Sin perder el tiempo, llamó a la policía local, los cuales poco menos que se rieron de él. Mi compañero les dijo que él esperaría allí, a lo que le respondieron: "no espere ni pierda el tiempo, que no va a aparecer nadie".

No queríamos que llegase la Guardia Civil a rescatarlo, ni la policía local a llevárselo, sé muy bien que no pueden atender cada caso de atropello de esas características que tengan, pero al menos que se pusieran en contacto con alguien que sí pudiera hacerlo, con la protectora de animales, o con los servicios del ayuntamiento (al estar en una población distante, no teníamos ni idea de los números locales de esos servicios, pero por supuesto la policía urbana sí). En último extremo, incluso podrían haber acudido y pegarle un tiro por compasión.

Por otro lado, me resulta bastante indignante que la Guardia Civil pueda andar paseándose por ahí, detengan a un chico por ir rezando el rosario para registrarle la mochila (en la cual solo lleva un paraguas) como me ocurrió a mí, y no puedan desplazarse un par de kilómetros (el cuartel no les quedaba mucho más lejos) por una cosa como ésta. ¿Y si el gato se arrastra hacia la carretera, un coche lo ve, y por esquivarlo tiene un accidente? ¿Quién sería el responsable entonces? ¿Y si pasa un ciclista y se cae, asustado por la sangrienta escena?

Entonces le dije al chico que me acompañaba: "mira, solo podemos hacer una cosa: coge un pedrusco y pártele la cabeza, y así acabamos con su sufrimiento". Me miró con asombro, diciéndome: "¿lo haces tú?". "¡Yo no me atrevo a aplastar una hormiga, como para tirarle una pedrada!". "Pues yo tampoco me atrevo, ¿cómo voy a tirarle una piedra mientras está mirándome así?".

Pensamos entonces en pedir ayuda a algún vecino, que fuera con alguna azada o similar y que le diese un golpe pero, por desgracia, la zona está bastante aislada. De manera que al no atrevernos a acabar con la vida del pobre animalillo, lo dejamos allí con todo nuestro dolor (y el suyo).

Supongo que a estas horas estará ya muerto -espero-, pero que las fuerzas armadas (pongo a propósito "fuerzas armadas" porque es lo que son, no fuerzas de seguridad, porque ese papel no lo cumplen desde hace ya mucho) no puedan hacer nada ante un caso así, me indigna, más cuando los vemos perder el tiempo en baretos, tabernas, y gastando gasolina pidiéndole documentación a la gente que pasea tranquilamente por la calle (ya he perdido la cuenta de las veces que lo han hecho conmigo). Si yo hubiera tenido una pistola, le hubiera pegado un tiro, para cosas así sí son útiles las armas, pero parece ser que para eso no se molestan. ¿Un gato no vale ni lo que cuesta una bala?

También pienso en la persona que conducía el coche, supongo -quiero pensar- que lo haya atropellado sin querer, y también sé que muertes similares habrá miles a los largo del año en nuestras carreteras, pero a mí el sufrimiento gratuito, por común que sea, no me agrada. Creo que a ninguno de los que nos leen le agradaría morir así.

Aviso: Por respeto a nuestros lectores, hemos ocultado parte de la imagen para no herir su sensibilidad. Sólo le hemos sacado una foto con el fin de documentarlo, no queríamos que la imagen de su sufrimiento alimentara el morbo de nadie.

| Redacción: GacetaIlustrada.com / GacetaIlustrada.blogspot.com

3 comentarios :

  1. A mi que si soy un amante de los animales domésticos, la historia me ha llenado de tristeza, pero sobre todo, y viendo la pasividad de los que deberían encargarse de ello, de indignación.
    DEP gatito.

    ResponderEliminar
  2. En efecto, Guti, es eso lo que yo sentí, el despreocuparse tipo "déjalo por ahí" demuestra una insensibilidad bastante grande de las fuerzas del orden. Así no me extraña que los casos de maltrato no se solucionen, o que maten a tantas mujeres, o que pasen tantas otras cosas que por desgracia ocurren. Ya sé que han visto de todo y que muchos de ellos están insensibilizados totalmente, ocurre también en la profesión médica, que ya están acostumbrados a que la gente sufra que se vuelven un poco indiferentes (psicológicamente es un mecanismo que se les aconseja, por cuestiones de no implicarse). Pero somos humanos, no robots.

    Por eso, aunque parezca curioso o paradójico, estos acontecimientos me hacen volver una vez más a que hay maquinas mucho más humanas que los propios humanos o, como muy bien dices tú muchas veces, son deterministas. Ya lo conté en anteriores ocasiones aquí, e insisto en ello:
    http://gacetailustrada.blogspot.com/2016/01/mis-amigas-las-maquinas.html
    Una máquina puede que deje a un gato morir, sin sentimientos, pero si se dedica a salvar vidas, no le importará que sea un pobre, un rico o un vagagundo: lo salvará igual. Y al menos cuando llamas, te dará una respuesta. Para dar las respuestas que dan en los 092 o 091, mejor que pongan una IVR con una canción grabada, porque harían el mismo servicio.

    ResponderEliminar
  3. Triste cuando hasta una máquina podría ser más humana que un humano.

    ResponderEliminar