10.10.15

Esconder, esconder y esconder. Esconder para que no se vea


Ya hablamos hace poco sobre la época en la que la radio te informaba de todos sus componentes electrónicos, incluso añadiendo un esquema, como los antiguos motores de algunos vehículos que añadían un gráfico con la rutina de mantenimiento del coche bajo el capó, o en algún lugar visible dentro del compartimento motor. Precisamente de coches debatía con unos amigos, apostando entre unos y otros si la cubierta del motor que hoy día llevan todos los coches tenía alguna razón funcional o simplemente era para que nadie tocase "por allí". Ellos apostaban que funcionalidad ninguna, incluso había quien decía que se la había retirado y que su coche seguía funcionando tan tranquilamente. Yo era quien defendía que tenían una funcionalidad, que no estaba allí por adorno. La verdad es que todos teníamos parte de razón.

En los vehículos más antiguos cumplía funciones estéticas, bien es cierto, pero también evitaba que parte del ruido llegase al habitáculo. En los últimos modelos, de estos últimos años, su función es más compleja, y evita además que el usuario inexperto pueda dañar o modificar los sensibles componentes internos que, cada vez en mayor medida, incorporan los coches actuales.




Y es que tampoco hay que olvidar que si bien antes la recalibración o ajuste de elementos como el carburador era una tarea casi constante, a día de hoy el conductor poco puede incidir en buena parte de la mecánica, controlada en su mayoría por software y dispositivos electrónicos (como los inyectores) en los cuales manualmente -aparte de sustituirlos- poco puedes hacer.

Este ejemplo es bien ilustrativo para abordar el tema que quisiera comentar hoy: el del sistema de cambio de pilas de los receptores de radio.


Durante los años setenta se dio un cambio curioso. Mientras en las décadas precedentes para cambiar las pilas, en casi todos los modelos, uno tenía que abrir completamente la parte trasera de la radio, en donde aparecía todo su interior y lo bien -o mal- que estaba construida y diseñada, a partir de los setenta (y sobre todo, los ochenta) todo eso cambió.

Lo de abrir la radio "en canal" era en parte heredado de los sistemas de válvulas de vacío. A mí siempre me daba terror (y aún me causa cierto espanto, lo reconozco) abrir aquellas radios enormes y descubrir su "tétrico" interior. Pero la causa de que acceder a ellas fuera relativamente tan fácil se debía al hecho de facilitar la sustitución de válvulas.


Los fabricantes posteriores continuaron con esa misma -y acertada- filosofía, y si en el exterior de la radio te ponía seis u ocho transistores (o los que fueran), no podían mentirte: con el primer cambio de pilas podías comprobarlo -y contarlos- por ti mismo.

La gran mayoría de fabricantes que conozco (y no solo estadounidenses, sino europeos como Philips) tenían ese sistema, en el cual a la hora del cambio de pilas debías retirar toda la carcasa trasera, completamente, para proceder a realizar tal operación.


En los setenta (y en algunos modelos incluso en los últimos años de los sesenta) ya empezaron a convivir los dos sistemas, uno de ellos desarmando el panel trasero, y el que se acabaría imponiendo, en donde una tapa o cubierta daba acceso exclusivamente al compartimento de pilas, no pudiendo acceder al resto de elementos excepto con herramientas, como destornilladores.

Puede parecer que este último sistema es menos engorroso, pero el viejo también lo era. Retirar la carcasa posterior era una tarea fácil y sencilla, y podías hacerlo, en la mayoría de las ocasiones, introduciendo una moneda en una ranura o dándole un par de vueltas a un tornillo enorme de fácil operación. Contrariamente a lo que se pudiera pensar, con este sistema ni aflojaba la carcasa, ni se deterioraba.


Pero se quiera o no, el nuevo sistema de compartimento exclusivo y cerrado para pilas se acabó imponiendo. Buena parte por estética, y en gran medida -y sobre todo- por evitar miradas "indiscretas". Cuando empezaron a llegar las marcas baratas de China, arrasando el mercado e inundando las tiendas, a ninguna de ellas les interesaba ni les convenía que tú cotillearas su interior. Y es que algunas daban pena. Había fabricantes (como los mal recordados International -no confundir con Panasonic-) en los cuales el exterior era todo adorno, y por dentro veías un minúsculo altavoz con un circuito electrónico en medio de la nada, colocado de cualquier manera. Había cosas tan lamentables -por desgracia, también hay, de hecho es lo que más impera hoy- que mejor no verlas. No es extraño que ante semejante "obra de arte" el fabricante tratase por todos los medios y sistemas a su disposición de impedir la visión de esos circuitos, al menos a la hora de ponerle las pilas en la tienda, hasta que te lo hayas comprado y pagado. Luego era ya "tu problema".

No voy a decir que el sistema de compartimento de pilas sea peor que el antiguo, de hecho personalmente lo prefiero, y eso no impide que fabricantes de renombre sigan haciendo muy buenos receptores. Pero sí es un parapeto en el que se refugian marcas de todo tipo para que no puedas ver cómo los fabrican y/o ensamblan. Y es que para ese tipo de fabricantes cuanto mas cosas puedan mantener ocultas a tu vista y menos te puedan informar de cómo lo han hecho (para muestra, los minimalistas manuales que aportan, de apenas meda octavilla de tamaño) mejor. Lo que desconozcas no podrás usarlo en su contra, y ese también es un buen truco para que puedas distinguir quiénes tienen buenos aparatos (o razonablemente buenos), y quienes conviene mejor no acercarse a ellos.

| Redacción: Radio Ibérica

1 comentario :

  1. A mi lo que me sorprende eran la resistencia que tenían esas carcasas, que efectivamente abríamos haciendo palanca con la moneda para el cambio de pilas o de cotilleo.

    Durante décadas, y diría que cientos de aperturas... Me gustaría ver cuantas aguanta un Smartphone de última generación por ejemplo.

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