Siglos atrás el papel de verdugo, la persona encargada de darle el último castigo a un reo, era un oficio peligroso, hasta el punto que debían cubrirse el rostro con una capucha con el fin de que los familiares o amigos del reo no le reconocieran y se vengaran. La capucha también tenía otra finalidad, muy acorde con los tiempos del medievo en el que ese oficio era de los más demandados, y no era otro que evitar que el condenado a muerte le maldijera.
Hoy ese papel ha desaparecido en Europa, pero también en parte le ha tomado el relevo el oficio de cerrajero.
Los cerrajeros son llamados constantemente para abrir las puertas de los pisos y casas de los desahuciados, y echarlos de sus viviendas. Es una tarea ingrata, pero también peligrosa, porque corren el peligro de que se venguen en ellos los que han visto violados sus derechos y asaltado su hogar. Por eso en la mayoría de las ocasiones cuando el cerrajero acude a echar de su casa a una familia suele hacerlo no solo protegido por la policía, sino que no suele llevar el coche de su empresa ni logotipo alguno que le pueda identificar.
Desde luego respeto todas las profesiones, y la de cerrajero es tan honesta como cualquier otra, pero yo no podría ser capaz de llevarla a cabo realizando esa tarea para la policía. Y tampoco podría descansar tranquilamente en mi cama sabiendo que ese día habrá unas personas que no podrán descansar en su hogar por mi culpa.
Obviamente cada uno es responsable de su conciencia, pero da que pensar que mientras ha habido muchos policías y bomberos que se han negado a echar a gente inocente de su hogar, no ha ocurrido ni un solo caso en que el cerrajero se haya negado a hacer tan denigrante trabajo. Y eso dice muy poco de la ética y humanidad de una profesión que, dicho sea de pasó, muchos hemos ejercido y conocemos bastante. Por fortuna a mí nadie me llamó a colaborar para echar a nadie de sus casas, pero de haberlo hecho creo que intuís muy bien a dónde les habría mandado. No iban a quedarles más ganas de proponerme para quitarles las lentejas del fuego con semejante tarea. Que lo hagan los políticos y los que han hecho esas leyes-trampas, que lo hagan los banqueros, a ver si se atreven, pero no seré carne de cañón para ellos mientras se dedican a beber y a copular con sus secretarias.
| Redacción: Radio Ibérica
Nelbu, hoy te has equivocado de pastilla por la mañana XD
ResponderEliminarPuede ser :)
EliminarLos pueblos se han convertido en soldados de los legisladores, lo que comentas sobre los pobres cerrajeros se puede hacer extensible a todas las profesiones de clase baja y media de la actualidad, los cerrajeros poco tienen que ver con el diabólico montaje del sistema, quizás en un futuro no muy lejano sean los Robots los que ejecuten los trabajos más sucios de la sociedad, pero hoy por hoy sigue vigente el poder de la pirámide, los de arriba en sus confortables poltronas y sin ensuciarse las manos se dedican a manejar el destino de la gente con mano de hierro y los de abajo como casi siempre acatando las ordenes irracionales de los idealistas de turno.
ResponderEliminarPara cuatro días y mal contados que vive uno ¡Hace falta tanta tontería! Es ridículo, se nota que falta empática en el mundo y sobra mucho exceso Ego.
A los cerrajeros se los ve como las personas a las que no les das importancia hasta que necesitas abrir una puerta o arreglarla, entonces los llamas y te cobran lo que quieren, y así será hasta que las puertas con cerraduras eléctricas con medidas de seguridad sean el estándar y una nueva generación de cerrajeros entren.
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