Durante estas semanas que he estado de médicos y harto de medicamentos y pastillas, he podido constatar algo que ha dejado de ser ya noticia: la dependencia absoluta de medios informáticos. Cuando acudí a Urgencias, ni la doctora y las ATS que me atendieron en primer lugar necesitaron nada de mí, solamente consultar su ordenador.
En el ambulatorio recuerdo con bastante claridad como, hace algunos años, había una persona encargada de llevar los historiales desde la sala de archivos hasta la consulta del doctor. Era un puesto de ordenanza que ha sido descatalogado y que ya no existe: un trabajo menos. Tengo en mi memoria aquellas carpetas de cartón con tapa rosa en cuyo interior, apilados sin orden ni concierto y reunidos en fajos grapados o mediante clips, se solapaban una tras otra páginas y más páginas de resultados de pruebas, diagnósticos, tratamientos... Según fuese tu vida sanitaria era también abultada esa carpeta. La de mi madre era un enorme amasijo de papeles.
Cuando entrabas a consulta el médico la abría, remiraba los últimos párrafos y repasaba las últimas páginas allí contenidas para intentar actualizarse con lo último que te hubiese ocurrido, y nada más. No era habitual que se perdiese entre el resto de papeles o de documentos allí contenidos, no había tiempo.
Al final de la consulta anotaba su último diagnóstico y medicamentos y dosis que te recetaba, a bolígrafo, deprisa y corriendo (con aquella letra característica que solo ellos entendían...), y cerraba la carpeta para devolverla al montón de carpetas de los pacientes atendidos hasta entonces.
Para mí aquéllo me daba bastante flexibilidad. Yo, que me declaro totalmente intolerable a las agujas, podía fácilmente pasar sin realizar análisis de sangre y sin que nadie me dijera nada por ello. Pero la llegada de la informática lo cambió todo y ahora muchos de los centros sanitarios están "libres de papeles". Todo está en el ordenador, bien estructurado, y de un vistazo el profesional sanitario sabe que llevo tiempo sin análisis de sangre y no cesa de recordármelo. Y yo le digo que no quiero hacerlos, que me deje en paz, pero como el sistema se lo repite, él me lo repite a mí. Sabe lo último que tuviste, quién te atendió y dónde, y puede incluso activar "flags" de advertencia para otros profesionales ("necesita actualizar la tarjeta sanitaria", "es conveniente que pase por Inspección para tratar su situación", "este tipo no se lava", yo que sé, cualquier cosa), algo que antes no era posible.
Eso no es todo. El sistema sanitario permite que cualquiera, en cualquier parte, pueda conectarse y obtener tu informe y saber todas tus intimidades sin necesidad de acceder a nada físico. Todo online. Hace no mucho una compañía de seguros me ofreció la alternativa de inscribirme en un nuevo servicio de atendión médica. Por un módico precio, podrían consultar mi historial sanitario desde su sede de Madrid y me ofrecían una segunda opinión médica. Todo a distancia, todo desde su PC. Yo no podía saber si esos datos los leía un médico, un auxiliar sanitario o simplemente un empleado que tanto estaba recomendando paracetamol como que al día siguiente limpiaba cristales. No había forma de saberlo. Tampoco podía saber si mis datos médicos más íntimos y personales serían luego fotocopiados y distribuidos entre el personal de oficina para sorna y mofa de todos los empleados de esa compañía de seguros (que no me importa que se rieran de mí, pero no me daba la gana darles mi consentimiento para ello). Por mis anteriores experiencias con esa compañía y conociendo un poco su funcionamiento interno (ya "jugaron" con mis datos en anteriores ocasiones, supongo que lo harán en todas) no me extrañaba nada que lo hicieran. De manera que les dije que no a ese nuevo servicio médico que se empeñaban en colocarme y, de regalo, me di de baja y cancelé todas mis pólizas con ellos.
No les gustó y me hicieron firmar no se cuantos papeles para intentar retenerme, pero lo conseguí.
Y ese es solo uno de los muchos inconvenientes de este tipo de servicios. No digo que no sean útiles (que lo son, y mucho), pero también permite que cualquier hacker (o cracker) del Pentágono, del servicio de inteligencia chino o de nuestro propio CNI sepa "en un pispas" si tienes una muela que te duele o si cojeas del pie izquierdo. O si tienes miopía o problemas psicológicos. Y para eso no es necesario ninguna contraseña, basta con el toolkit de espionaje de Windows (que lo provee la propia Microsoft, por cierto) destinado a explotar los agujeros de seguridad del sistema operativo norteamericano (incorporados por la propia Microsoft, por supuesto). Presuntamente, únicamente el ordenador del Presidente de Estados Unidos está a salvo de ese tipo de intrusiones. Porque, para más mofa, todos esos programas funcionan bajo Windows. No les interesa (y no quieren, por supuesto) que corran bajo Linux.
Y esto no se detiene aquí, no son solamente organismos públicos, como comenté en anteriores posts. Son también compañías privadas. La empresa Kone acaba de inaugurar, precisamente, sus nuevas oficinas en Lérida en donde ya no usan papel. Sus cincuenta empleados solo trabajan con ordenador, no requieren ni bolígrafos, ni tinta, ni folios para desempeñar sus funciones. Se une así a una larga lista de centrales alrededor del mundo entero. Para los "jefazos" de Kone, esto permite que los proyectos y trabajos sean más "colaborativos", adaptándose de esta forma a los nuevos tiempos.
"Colaborativos", claro, esa gran palabra que está tan de moda y que gusta tanto a los grandes directivos. Todo forma parte del sistema y tú no eres más que una pieza del engranaje, sustituible, prescindible y carente de individualidad. Todo es por y para la compañía y se trabaja al unísono para perseguir esos objetivos. Tú como individuo no existes, no interesas. Solo interesa "el colectivo", "el bien común" el cual, qué casualidad, casi siempre suele coincidir con el de ellos.
Y eso también permite que tu jefe en El Cairo o tu supervisor en Madrid sepa a pie juntillas lo último que hiciste y en qué narices has invertido el tiempo laboral de tu mañana. Que no estoy diciendo que sea malo o ilegal saberlo (legal es), pero nos resta libertad, aumenta el control sobre nosotros. Nos vuelve más esclavos.
En los noventa, en algunos de los empleos en los que estuve te mandaban rellenar unas fichas en papel, un "parte de trabajo" en el cual ponías qué habías estado haciendo. "De diez a diez y media tal cosa", "de diez y media a once y media, tal otra". Podías hacer "cuadrar" perfectamente tu tiempo, aunque en el café te hubieses pasado diez minutos más de lo debido o hubieses empezado determinada tarea a las once menos diez y no a las once menos veinte. Pero sacabas el trabajo adelante de todas formas y, de igual manera, también había días que la empresa lo compensaba con creces. Veíamos con envidia cómo había sitios en los que todavía eso de "fichar" no se llevaba. Nadie controlaba cuándo salían o entraban los trabajadores, y se tenía una confianza implícita hacia ellos. Nadie era considerado "delincuente" o estafador del tiempo que la compañía le pagaba antes de que cometiera tal desconsideración.
Pero la llegada de la informática todo lo cambió. En lugar de fichas en papel, nos facilitaron unas tarjetas personales con banda magnética. Allí se almacenaba cada entrada y salida, y recuerdo cómo nuestro jefe nos amenazaba porque el ordenador tenía contados los segundos que llegábamos tarde o salíamos antes, y se habían convertido en minutos. Con el paso de los años serían horas. Y nos decía que si nos pasábamos un día nos enviaría un aviso para que le devolviéramos esas horas a la empresa. No se si lo decía en broma o no, o si había base legal para ello, pero lo hacían. De manera que acabamos escondidos en un cuartucho, las limpiadoras en otro, los de carpintería en otro... Todos mirando nuestros relojes para salir en el último segundo y que el ordenador no acumulase ese tiempo como periodo de trabajo a devolver.
Volviendo con el sistema sanitario, a mí no me parece mal que se informatice por lo menos alguna parte, aunque cuando veo a la doctora pasar más tiempo escribiendo en el teclado con un solo dedo que examinándome, y rellenando todos los apartados obligatorios de cada consulta uno a uno como si estuviera juntando las fichas de un puzzle en el monitor, no puedo dejar de preguntarme si deberíamos ser todos informáticos o robots. Por supuesto, la doctora (o doctor) está bien que sepa de ordenadores, incluso que sepa programar, pero a mí lo que me interesa realmente es que sepa medicina. Por eso no estoy de acuerdo en el empeño actual de convertir a todos los niños en programadores. Muchos (creo que la mayoría) ni tienen la paciencia, ni las ganas, ni la destreza ni las facultades para serlo. Pero qué mas da, hoy todos tenemos que ser informáticos. Es lo que se lleva. Creo que es más importante que mi doctor sepa inglés (aunque sea para estar al tanto de la última tecnología médica) que informático. Pero no, mejor becamos cursos informáticos y que los niños sepan hacer juegos en 3D aunque no sepan luego hacer la o con un canuto, o en su auténtica profesión -que es lo que interesa- sean unos negados.
También me viene a la mente, cuando veo esa brutal dependencia, qué pasaría si un día el sistema se cae. La red se cae. O el propio programa (que no es inmune a errores, al fin y al cabo está programado por humanos) se cae. No estoy hablando de ciencia ficción, ya ocurrió varias veces y, ¿qué pasó? Pues que a los pacientes se les postergó las citas al día siguiente y, en aquellos casos urgentes, los médicos tuvieron que improvisar atendiendo "a ciegas", sin historial alguno, solo fiándose de lo que decían los pacientes (o sus familiares, si aquellos no podían hacerlo). Como veis, algo totalmente arbitrario y que implica muchos riesgos.
Y también lleva a que el paciente se desvincule de su tratamiento, de su medicación. Hay muchos ancianos que no saben lo que toman, que ni siquiera llevan un listado de sus medicinas porque "ya lo tienen ellos -el médico- en el ordenador", lo sé muy bien porque conozco muchos casos de cerca. Con la receta electrónica -menos papel aún- ni tan siquiera sabes lo que te dan hasta que llegas a casa, y si tú no anotas la dosis, tienes que pedir cita para que el médico -que tiene acceso al sistema- te la recuerde. ¡Dónde quedarían aquellas recetas, en las cuales, junto con el tratamiento, el médico se detenía ante ti para ponerte con letra más clara lo que te duraba el tratamiento y la dosis a tomar!
Entiendo este odio o manía al papel como una forma de ahorrar recursos, que me parece bien, pero habiendo la posibilidad de reciclar papel, usar papel reciclado y poder emplear a muchas personas en esa industria, no me parece tan malo seguir usando papel. Por otro lado, la industria informática es también altamente contaminante: el gasto en electricidad es brutal, y el impacto que en el planeta tienen los sistemas de enfriamiento y refrigeración de los grandes centros de datos no es moco de pavo. Eso, unido a que la mayoría de la energía eléctrica (ya muy penada por el uso constante de dispositivos móviles que requieren recarga diaria) proviene de fuentes contaminantes, nos deja ver claramente que la informática tal como está montada hoy no es, ni mucho menos, la panacea. Pero claro, como es algo que no se ve, pues no importa. Creo más bien que los intereses en que esto sea así son otros, y mucho más oscuros. El problema es que son tan oscuros que ni nosotros mismos los queremos ver.
Porque si lo que persiguen realmente es hacer el sistema tan accesible y transparente, no entiendo por qué uno mismo no puede acceder a él para ver su propio historial. Medios hay, y se podía recurrir a visores web (sin posibilidad de edición, solo con derechos de visualización) utilizando el mismo sistema Cl@ve ya funcional. Pero eso no está permitido, por lo que entonces la funcionalidad de la informática solo parece tener valor cuando es a su favor. O sea, al favor de quien controla el poder, que es a fin de cuentas quien quiere controlarlo todo y para los cuales la informática les viene como anillo al dedo, porque les da las herramientas para poder hacerlo sin tener que ensuciarse físicamente las manos. Todo a distancia. Todo desde una terminal anónima. Todo desde sus cómodos asientos de cuero.
Antes de terminar, que quede claro que no es que yo esté en contra de la informática, todo lo contrario: esto lo dice alguien que ama las máquinas y que lleva como programador muchos años, ya lo sabéis. Pero precisamente por eso, porque conozco el percal, lo digo, aunque también sé que esto es imparable y que nosotros, como ciudadanos, muy poco podemos hacer frente a los multimillonarios imperios de Apple, Google, Microsoft, Telefónica, Facebook y tantos otros los cuales, si no pueden llevar a su terreno a sus competidores o sale alguna voz discordante con sus intereses, la compran a base de billetera.
Y, en último término, por si nada de lo que he dicho os parece con el suficiente peso para cambiar las cosas, insisto: la informática no ha demostrado todavía que pueda hacer perdurar la información cien, doscientos, quinientos años o más. El papel sí.
| Redacción: Bianamaran.blogspot.com
Puede sonar irónico que como entusiasta de la tecnología, defienda el papel. Y es que como bien expones, todavía sigue teniendo muchas utilidades, algunas de ellas, en las que es todavía más práctico, fiable y ágil que el ordenador.
ResponderEliminarEn primer lugar desearte que este mejor de salud Bianamaran, se te echaba de menos.
ResponderEliminarA mí cada día me gusta más escribir en papel, tomar notas y pasar a limpio mis ideas en un cuaderno, la sensación de sentir el papel y presionar un bolígrafo… como el papel y el bolígrafo no hay nada, aunque la tecnología digital también tiene sus ventajas.
Luego viene el tema de los utensilios de escritura, debido a tanto que escribo he encontrado un aliado perfecto en el barato bolígrafo de batalla “Pelikan Stick” maravilloso bolígrafo que escribe de categoría, en la primera foto tienes puesto un Pilot Super Grip M que es otro gran bolígrafo pero demasiado caro y con poca tinta, pero un excelente bolígrafo.
Saludo Bianamaran
Muchas gracias Apolino, por cierto tu virtuosismo y conocimientos de materiale de escritura es digno de reconocimiento, deberías tener un blog sobre ello, sería fenomenal porque muchos aprenderíamos muchas cosas de ti :D
ResponderEliminarEn cuanto a lo que comentas, Guti, qué te voy a contar... sabes que coincido plenamente con tu forma de pensar, y al igual que tú adicto cien por cien a las computadoras (tanto que si se formaran dos ejércitos humanos vs máquinas, yo de cabeza con estas últimas :D ), pero eso no debe cegarnos ni impedirnos ver la realidad y lo absurdo de lo que estamos viviendo, en donde -por intereses, obviamente- parece ser que la tecnología es la solución a todo y lo mejor para todos, sin darle ni oportunidad ni espacio a nada más. Como si lo antiguo que funcionó durante años (y muy bien) ya no valiese por ser antiguo. Por desgracia se tiende a confundir antiguo con obsoleto, una consecuencia más del impulso de lo que podría llamarse "tecnología interesada", o sea, tecnología que aporta muy poco pero que conviene actualizarla o que obligan a usarla y comprarla para seguir alimentando a las bestias, multinacionales, sistema, sociedad, consumismo, capitalismo o como se quiera llamar.
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ResponderEliminarGracias Bianamara, podría abrir un Blog de utensilios de escritura básica, pero hoy en día teniendo los clásicos Bic que son unos magníficos y económicos bolígrafos no vale mucho la pena hacer comparaciones, para un uso básico los Bic son ideales, ahora si ya entramos en detalles como el sonido del cierre del boli al que le guste, la cantidad de tinta, la intensidad del color, el diseño y detalles sin mucha importancia para los no maniáticos de la escritura, bueno, se podría hacer.
ResponderEliminarYa sabes que yo siempre he sido un defensor de los Inoxcrom y lo sigo siendo, pero el problema de los bolígrafos es que se pierden con mucha facilidad y esto te hace replantearte muchas cosas como el buscar un buen bolígrafo y que sea barato, no es lo mismo perder un Parker Jotter , un Cross que un Bic, por eso creo que los bolígrafos desechables económicos son al final los mejores y entre ellos los Pelikan Stick (Pro) y los Staedler Stick junto con el Bic Cristal de toda la vida me parecen los mejores, si los pierdes no es el fin del mundo y su escritura es magnífica, los Staedler Stick 430 M y el 432 M tienen la particularidad de que la tinta dura una eternidad +3 Kilómetros , la durabilidad del diseño, la tinta no se sale ni tan siquiera yendo en avión, te obligan a hacer buena letra y su tinta es indeleble (no se borra nunca al ser permanente) y los 430M son Made in Germany, por eso son mís favoritos, pero los Pelikan Stick son de una calidad de tinta espectacular y son todavía más baratos aproximadamente +/- 0.17 Céntimos cada uno “impresionante” , de cualquier manera hay donde elegir por poco dinero, no hay excusas hoy en día.
Me pensaré lo del Blog, seguro que algunos se llevarían algunas sorpresas si comparamos bolígrafos baratos Low Cost frente a otros de lujo y que son muchísimo más caros.