De todos es bien conocida la historia de Ferruccio Lamborghini y Enzo Ferrari y cómo, harto de que el embrague de su Ferrari 250 GTB se estropease una y otra vez, llamó a Ferrari y le criticó por los innumerables problemas mecánicos de sus coches, a lo cual Enzo le respondió que qué era lo que podía saber un fabricante de tractores de un automóvil superdeportivo. Lamborghini recogió el guante y se propuso fabricar mejores automóviles que los Ferrari.
A continuación se puso a desarmar con sus mecánicos algunos de sus coches y su sorpresa fue mayúscula cuando empezaron a descubrir que las piezas de los Ferrari no diferían demasiado de las que ellos utilizaban en sus baratos y asequibles tractores, pero montadas en la carrocería de un Ferrari y con el logo del caballo hacían que su precio se multiplicase brutalmente.
De manera que Ferruccio Lamborghini lo vio claro: vamos a hacer nosotros lo mismo, y multiplicaremos los beneficios sin encarecer la producción. El negocio le salió redondo, tan redondo que pocos años después los deportivos era el producto principal de Lamborghini. Para qué dedicarse a fabricar tractores con un índice de beneficios ridículo, si podían vender autos con beneficios estratosféricos.
Por desgracia, de esto han ido aprendiendo luego muchos otros fabricantes, no solo BMW (pasando de vender Isettas a vender coches de lujo), Citroen (con su línea DS) y tantos otros, sino también fabricantes de productos de lo más diverso, Adidas (vendiendo prendas que encuentras en Yumas o Jhayber a menos precio y con la misma calidad), Nike o Puma... Sino también en relojería. Un Rolex tiene un valor de producción irrisorio, pero una vez puesto ese logo en la caja su precio se incrementa hasta la locura. Lo mismo Certina, Cartier, y tantos otros fabricantes de relojes.
Por desgracia, eso va contagiando a otros, como Casio, vendiendo relojes a precios infladísimos a pesar de que siguen siendo pura resina, en sus líneas Mudmaster, Rangeman o Gulfmaster.
Es, curiosamente, el interés de venderlo caro. Supuestamente para ser competitivo hay que vender barato y con el precio lo más ajustado posible, sin embargo cuando hablamos de productos de lujo y elitistas, la cosa cambia totalmente y lo que se precia es la exclusividad, haciendo que pocos compradores puedan acceder a ese producto para crear una apariencia de que lo que compras es valioso porque es lo mejor, y lo cierto es que, en muchos casos, es valioso porque es, simplemente, caro, no porque sea mejor.
Por supuesto es evidente que un reloj de oro siempre será de oro, y será caro, pero si le añadimos el plus del valor de esa marca, el precio puede incrementarse muchísimo más. Cuando lo importante es la marca, todo lo demás no importa, ni siquiera dónde fabriques o si lo fabricas realmente tú o te lo hacen otros, Lo importante es el sello, el logo que estampes detrás.
¿Qué es, pues, en realidad, valioso? ¿Pagar por una marca, o por el producto en sí? ¿Cuando compras un reloj o una chaqueta, quieres mirar la marca o mirar la hora o comprobar que te abrigue? La marca habla de apariencia, y el producto de utilidad, cuando se confunden ambas cosas se entremezcla todo y acabamos por no saber ni lo que estamos adquiriendo, que es lo que está pasando ahora mismo.
| Redacción: Bianamaran.blogspot.com
Una reflexión muy interesante, a la que muchas veces le doy vueltas.
ResponderEliminarNo se si conoces lo que es un Bien de Veblen: https://es.wikipedia.org/wiki/Bien_de_Veblen
Lo que todos pretenden, incluyendo Casio, venderlo más caro, para intentar aumentar el deseo, y por tanto las ventas. Sin embargo, no van a conseguirlo. No hay espacio para tantos TAH Heuer en el mundo.
Sí, lo he visto que comentabas alguna vez en tu blog:
ResponderEliminarhttp://www.javiergutierrezchamorro.com/casio-gw-5000/2460
Pero nunca me acuerdo de esa palabreja :D Gracias por recordármela.
Jiji, vaya lector aplicado que estás hecho. Recordaba haberlo mencionado algunas veces, pero no sabía donde :-)
ResponderEliminarLa verdad que el señor, tenía un apellido difícil de recordar.