4.6.17

La masturbación y la Iglesia Católica


Sí, tarde o temprano tenía que entrar en "el asunto", así que mejor no posponerlo más. Y es que cada vez que hablo con amigos, tanto jóvenes como mayores, veo que todos acaban dándose de bruces contra el mismo muro. Por otro lado, hay muchos jóvenes que quieren ser auténticos cristianos, pero una y otra vez se enfrentan a lo mismo y llega un punto en el que rayan la desesperación. Pues sí, me estoy refiriendo a los actos "impuros".

Para complicar más el asunto sobre este particular hay toda una gran variedad de errores y confusiones que el muchacho (hablo en masculino, porque ésto afecta principalmente a los hombres) no sabe a qué atenerse.




Cuando yo era adolescente, veía a los sacerdotes y religiosos como unos superhombres, capaces de cumplir su voto de castidad "sin pestañear", me parecía algo imposible e inalcanzable. Por aquellos tiempos me preguntaba en muchas ocasiones qué sería eso de ser célibe y mantener la castidad, qué se sentía, si no era aburrido... Quién me iba a decir a mí que ese estado lo iba a adoptar yo bastantes años después. Y como ahora sé y conozco por propia experiencia lo que se vive en él (y cómo se vive), os lo voy a contar.

Pero antes de entrar en materia creo que a estas alturas todo el mundo sabe que la masturbación es un acto "natural", desde los bebés que empiezan a conocer su cuerpo y, al explorarlo, descubren ciertas zonas "peculiares", hasta los adolescentes y adultos que incluso -en algunas ocasiones- la toman como el punto central de sus vidas. Pensemos por ejemplo en todos aquellos (y aquellas, pero mucho más ellos) que se casaban con una chica solo para tener una mujer en la cama con quien acostarse (lo del amor y el cariño eso era casi secundario), incluso hoy día muchas mujeres cumplen ese papel en el islám.

El sexo en el hombre (como en cualquier otra especie) es muy poderoso, así que no es extraño que tantas personas estén a expensas de él. Es tan poderoso que, cuando puedes librarte de él, el mundo se abre y se descubre ante ti con unas posibilidades totalmente insospechadas.


Yo antes pensaba que los célibes eran una especie de reprimidos, unos desgraciados que pasaban una tortura las veinticuatro horas del día (porque, y más en nuestro mundo, la sensualidad y la sexualidad están por todas partes, así que escaparse de ella para quien quiere escaparse -valga la redundancia- es una tarea ardua y agotadora). Sí, es más fácil, por ello, ser célibe encerrado en un monasterio pero, como le decía un monje a uno de mis confesores, "a la imaginación no se le pueden poner puertas".

Como os decía yo, como he pasado por ello, os lo puedo decir de primera mano. Sin necesidad de llegar hasta el extremo de Orígenes, que se arrancó "sus partes" en su desesperación y por seguir al Señor lo más libre posible, no os quiero ocultar que de inicio tendrás una lucha fratricida contra tu propia carne. Caerás, y te levantarás, y volverás a caer creyendo que no hay luz al final del túnel. Tras muchas peleas un día, casi sin darte cuenta, te pondrás en pie y te verás inmune a mujeres, encantos, seducciones y atracciones. Tu amor terrenal habrá sido sustituido por uno celestial más confortable, suave, indescriptible y evocador que no cambiarás por nada. A diferencia del fuego del cuerpo y la sangre, la divinidad te sumerge en un mar de dulzura. Llegar a ese estado no es fácil, sobre todo si tu naturaleza es proclive a las pasiones corporales, de hecho muchos no lo consiguen y acaban renunciando: o dejan de ser sacerdotes y se casan, o rompen sus votos de castidad llevando a cabo los escándalos que a veces ocupan páginas en periódicos.

Parece que estoy haciendo un alegato a favor de la castidad, y de hecho si he elegido esa opción como mi forma de vida (ya sabéis que los votos principales de los religiosos son obediencia, castidad y pobreza), es porque la considero inigualable y la más virtuosa, pero no es solo esto de lo que quería tratar.


Dije al principio que la masturbación es uno de los procesos vitales de todo ser humano (o de casi todos, vaya, que siempre hay excepciones), hoy en día ningún psicólogo discute sus beneficios, pero lo que yo quisiera abordar (que es seguramente lo que a vosotros os interese) es en dónde está el pecado.

El pecado viene cuando la masturbación se transforma en un hábito desordenado, cuando ella lleva el control de nuestras vidas, cuando todo lo hacemos girar en torno al placer carnal. Como bien sabréis, el pecado de la masturbación es un acto impuro, conviene aclarar por tanto qué es un acto impuro.

Según leemos en las Escrituras, actos impuros era tocar a los muertos, y también lo era la mujer cuando estaba con la menstruación. Como bien sabéis, hoy en día a estos dos ejemplos que puse ya no se les considera actos impuros, no he visto jamás a una mujer confesarse ante el sacerdote porque le haya venido la menstruación. Hoy en día se tildaría a quien pusiera esa norma como loco, pero en la Biblia no era así. Respecto a los muertos, cuando falleció mi madre, en el velatorio la toqué y la besé, y no me tuve que confesar por ello. ¿Por qué, pues, se lo consideraba impuro? Una de las razones era que tocar los cadáveres podía transmitir muchas enfermedades, de manera que en tiempos bíblicos había que enterrarlos pronto y rápido, tocándolos lo menos posible. Respecto a declarar impura a la mujer menstruando era simplemente para protegerla: así se evitaba que en una sociedad machista como la de la antiguedad, se tuviera relaciones con ellas. De lo contrario a los hombres les importaba un pepino que ellas estuvieran menstruando o no. Es Dios, en su benevolencia, quien intentaba protegerlas con esas básicas leyes.


¿Por qué la iglesia católica prescindió de esos dos pecados, y sin embargo siguió considerando la masturbación como pecado? En una sociedad en donde a las mujeres se las explotaba (sí, también sexualmente), como era la Edad Media, casi mejor si se dejaba al hombre que se consolase "por sí mismo" y prescindía de la mujer, y así no la maltrataba. Parece una medida contraproducente, entonces. Además, últimamente la iglesia católica está viviendo una corriente -acertada, creo yo, y eso que insisto que yo prefiero la castidad- de cierto "relajamiento" respecto al pecado de masturbación. Por ejemplo, hasta hace no muchos años los confesores preguntaban a los chicos que cuántas veces a la semana se masturbaban, mientras que ahora se aconseja no preguntar nada. También se preguntaba si el acto había sido solo (si es en pareja, el pecado es mayor, ya que se incluiría la fornicación o el adulterio, los cuales son pecados muchísimo más graves), y ahora ese tipo de preguntas no se hacen (a no ser que el confesor estime conveniente hacerlas por el bien del alma de esa persona), pero para encontrar la respuesta habría que irse a las raíces de ese pecado en sí.

La masturbación en cuanto pecado lo es porque porque afecta directamente a nuestra capacidad de raciocinio, a nuestra capacidad de mantener el control sobre nosotros mismos. Con ello, la iglesia, como buena madre, intenta impedir que ese pecado -que pueden cometer tanto hombres como mujeres, obviamente- nos domine.

Y es que la Iglesia se ha dado cuenta de que éste es un pecado que fácilmente puede esclavizar al hombre y dominarlo, sin que éste se dé cuenta. De esta realidad pueden dar testimonio San Agustín, San Francisco de Asís y tantos otros santos que han logrado liberarse de él. Y es que el de la impureza es un pecado que nos empieza a seducir muy sutilmente, y es difícil darse cuenta de lo que nos tortura y aniquila si no se sale de él y se le logra ver a distancia. Yo no estoy diciendo una teoría: lo digo porque lo he vivido, he estado en ambos estados y sé lo que se siente en cada uno de ellos, no estoy hablando de oídas o por fantasías. Lo mismo que el soberbio cree que todos son soberbios menos él, o el mentiroso, acostumbrado a mentir, lo ve como algo normal e incluso lo justifica, el atrapado en el erotismo y la pornografía irá cayendo cada vez más bajo hasta considerar las cosas más inmundas como normales y buenas. En ese grado de confusión solo una gracia divina o una iluminación especial serán capaces de rescatarle. A tal grado de desvarío se llega que puede confundir la verdad con la mentira, lo bueno con lo malo, porque vive en un mundo de tinieblas y para él (o ella) no existe nada bueno, de manera que toda la maldad es permisible y justificable bajo su punto de vista. En ese grado de depravación su espíritu es semejante al de los demonios, cuyas pasiones y maldades son su grado natural de existencia.


Así, la masturbación es pecado no solo por el acto en sí, sino el deseo de hacerlo, incluso el deseo hacia la mujer (como menciona Cristo en el Evangelio) lo es, porque dejándonos vencer por ese deseo, acabamos cometiendo ese acto impuro (solo o con la pareja, da lo mismo). El pecado es, por lo tanto, interior. Y por eso San Pablo aconsejaba que antes de que el hombre anduviese todo el día detrás de mujeres, mejor le era casarse y "sentar la cabeza" (aunque él, acertadamente, recomendaba que quien pudiera abrazase la castidad).

Si prestamos atención al fondo último de la cuestión, ese deseo no se diferencia en demasiado a un policía que porta un arma con ánimo de matar a personas (los policías no llevan su arma de adorno, y entre sus cometidos está el que, en un momento dado, disparar y matar a otro ser humano), o a un soldado que porta su ametralladora o maneja un carro de combate con el deseo de matar enemigos. Independientemente de que realicen el acto o no (lo cual realmente sería pecado mortal), ese deseo en sí ya es pecaminoso. Sin embargo, vemos cómo a nuestras iglesias asisten policías, militares, y todo tipo de cuerpos de seguridad e, incluso, comulgan. Vemos cómo hasta existen sacerdotes llamados "castrenses", destinados a absolver a los soldados del pecado de asesinato que están a punto de cometer. Puestos a hilar fino, ningún militar o policía debería asistir a misa, de la misma manera que no deberían hacerlo homosexuales o divorciados. Pero la Iglesia no está aquí para juzgar, sino para abrazar a todos y salvar al máximo número posible. De lo contrario, solo podrían acceder a ella los santos, y de esos hay muy pocos.

El mensaje al que quiero llegar es que, si eres un muchacho o muchacha, no te tortures con la masturbación: no deberías ceder y tirar la toalla diciendo que nunca lograrás ser tan santo como quisieras, o como la Iglesia te exige. Si caes, levántate, y si quieres probar la libertad de sentirte desatado de todo ello, te animo a hacerlo. Experimentarás una gran alegría que el mundo, por lo general, desconoce. Por eso hay que defender sin cortapisas y a ultranza el celibato y la castidad de religiosos y religiosas. Es un gran tesoro para la persona que ha llegado a poder vivir en ese estado.


| Redacción: Bianamaran.blogspot.com

4 comentarios :

  1. Muy buen análisis, Bianamaran.

    SI, ES PECADO.

    El problema de hoy en día es que lo normal y lo que se enseña en la sociedad y en las escuelas es que hay que probar y experimentarlo todo, sin darse cuenta que lo que están haciendo con la juventud es convertirla en pasto para el Diablo, los jóvenes necesitan estar en contacto con personas sabias y doctas en la Biblia, que les explique los verdaderos valores de la vida y no tirarse a perdición, luego pasa lo que tiene que pasar, y todo esto ocurre por estar alejados de DIOS en una sociedad vacía y enferma.

    Elegir el camino de CRISTO no es nada fácil, te tienes que enfrentar a encarnizados ataques por defender a Cristo, a ser menospreciado, insultado y humillado en lo más profundo de tú corazón y estas cosas ya me han pasado, por si todo eso fuera poco tienes que matar a tú EGO para ir limpiándote de los pecados, lo que antes veías normal ahora es abominación ante el SEÑOR, es tremendo, no es nada fácil, a la luz de la palabra del SEÑOR los pecados se amplifican cada vez que te miras al espejo, eres muchísimo más sensible hacia los pecados y al final del día tienes que rendirte a la evidencia y pedir perdón al SEÑOR para que te de fuerzas para superar las tentaciones y seguir aprendiendo y mejorando en la FE en CRISTO.


    El cuerpo es el templo de DIOS, por lo tanto, le pertenece a ÉL, todo lo que hagamos con nuestro cuerpo debe ser para glorificar a DIOS y no creo que este tipo de prácticas sexuales sean agradables ante la santidad de DIOS, ante el SEÑOR somos una abominación y seres despreciables si no nos arrepentimos de nuestros pecados y seguimos en camino que marco hace 2000 años Nuestro Señor Jesucristo.

    1º Corintios 6:19-20

    19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
    20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

    El Espíritu Santo no puede morar bajo un hombre corrupto, cada vez que pecamos y no nos arrepentimos más se aleja el Espíritu Santo de nosotros y más lejos nos encontramos nosotros del Cielo.


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  2. Sólo con el título, esperaba un montón de comentarios y de polémica. Personalmente, no le doy demasiada importancia a que pueda o no ser considerado pecado.

    Sí que me ha gustado mucho el argumento de "cuando afecta a nuestra capacidad de raciocinio", y ahí, es donde dependerá de las personas. Algunas preferirán masturbarse para estar más relajados y centrados, y otras preferirán no hacerlo, para que el tema no les inquiete, ni les quite energía mental. Para mi, es una decisión de cada uno.

    Yendo un poco más allá, y de nuevo con lo de que afecte a la capacidad de raciocinio, me pregunto si por ejemplo las compras compulsivas, tendrán una importancia mayor en el raciocinio, que por ejemplo la masturbación.

    En mi opinión, las generalizaciones nunca son buenas, y eliminar la masturbación, o cualquier otra práctica, en todas sus circunstancias, no es lo ideal. ¿Qué ocurre por ejemplo si tu esposa está lejos por trabajo, y entonces decidís masturbaros a distancia? ¿Qué ocurre si esas compras compulsivas, cuando por ejemplo te han despedido del trabajo, alivian una violencia, que sería mucho peor?

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  4. Hola Guti, la relatividad moral la dan las creencias de cada uno, para un Ateo no existe el pecado ya que la vida para la mayoría de ellos consiste en dejarse llevar por la marea emocional del momento y guiarse en todo caso por los dictados de algún filósofo docto en ética, pero para un creyente y seguidor de CRISTO intentas evitar el pecado y si caes en algún de ellos pues te arrepientes e intentas evitarlo para la próxima ocasión que se presente una tentación, es difícil de entender esto para las personas no creyentes, para un creyente todo lo que no agrada a DIOS es pecado, por eso hay tan pocos creyentes.

    Me acuerdo de una frase graciosa que nos soltaba mi profesor de religión y humanismo para banalizar el mundo actual y decía amoldando esta cita de la Biblia a su manera:

    1 Corintios 15:32

    Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.

    Decía él:

    Comamos, bebamos y folle…s que mañana moriremos.

    Por supuesto no estoy de acuerdo con la frasecita de marras, pero en su día me hacía mucha gracia.

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