Seguramente recordaréis que el pasado día 14 el fabricante suizo Zenith iba a presentar un nuevo reloj con una mecánica que "revolucionaría la relojería". En realidad ese es un producto de la división de desarrollo del fabricante suizo, un departamento al que ahora está de moda llamar "Labs", y que en la marca del Grupo LVMH también han querido subirse al carro denominando al reloj Defy Lab. Este oscilador-regulador sustituye al sistema convencional de regulador (elemento mecánico que en realidad está formado por varias piezas, unas 30, siendo las principales la espiral y el volante) y con ello se logra una precisión asombrosa, en torno a los +/- 0,3 segundos/día.
En realidad el concepto de unir en una misma pieza volante y espiral no es nuevo, nació de la teoría desarrollada en 1675 por el astrónomo y matemático Christiaan Hyugens. Fue Guy Sémon junto con la división de desarrollo de LVMH quienes decidieron afrontar de nuevo (y mejorar, si fuera posible) el principio de oscilador para reloj desarrollado hace 342 años.
En aquellos años la tecnología no permitía tal grado de miniaturización, pero hoy sí, y gracias a ello el nuevo oscilador, realizado en silicio monolítico (un bloque de silicio), tiene un grosor de menos de un cabello humano, y con él se reemplaza la función que en los actuales relojes realizaban el volante y la espiral.
Si hasta ahora para realizar un componente regulador era preciso contar con el montaje, ajuste y sincronización (además de lubricación) de unas 30 piezas, este nuevo desarrollo lo reduce todo a una sola pieza con 0,5 mm de espesor, en lugar del grosor de un regulador convencional, que suele rondar los 5 mm. Así, tenemos un oscilador capaz de moverse a una frecuencia de unos asombrosos (para un reloj mecánico) 15 Hetzios (108.000 alternancias por hora), con una reserva de marcha cercana a las 60 horas. Gracias a ese elevado número de vibraciones, se consigue una precisión mucho mayor, de unas 10 veces más.
Con una tasa teórica de 0,3 segundos día de precisión, otra de sus virtudes es la de poder mantener esa tasa durante casi todo su funcionamiento (durante el 95% de la reserva de marcha), es decir: ni sube, ni baja, según tenga más o menos energía almacenada.
Otra de sus ventajas es el mantenimiento: al estar todo unido en una única pieza, se puede prescindir de lubricación, ya que no hay fricción. Por sus compuestos, es también insensible a los campos magnéticos, cambios de temperatura o gravedad, que es una de las mayores debilidades de los órganos volantes actuales. Además, se evita los problemas que acarrea la dilatación y deformación constantes.
Esta invención va incorporada en el nuevo calibre de Zenith, el ZO 342, con unas medidas de 32,8 mm. de diámetro y sólo 8,13 mm de grosor, el cual deja a la vista -para disfrute de sus propietarios- el nuevo oscilador mecánico. En total, el calibre tiene 148 componentes, 18 rubíes y ofrece funciones de hora, minutos y segundos. Se monta en una caja de 44 mm con aleación de aluminio Aeronith, siendo 2,7 veces más ligera que el titanio, 1,7 veces más ligera que el aluminio convencional, y un 10% más ligera que la fibra de carbono (suponemos que en materia alergénica también estará bien protegida). Incluye entre sus elementos exóticos, espirales de nanotubos de carbono (grafeno).
Con todo ello, es fácil suponer la elevada calidad del Zenith Defy Lab, lo cual se certifica con el sello "Tête de vipére" del Observario de Besançon (entidad que está certificada por la Oficina Internacional de Pesos y Medidas), mientras que su resistencia térmica la certifica la norma ISO-3159, superando dos veces los estándares establecidos. Por si fuera poco, el Defy Lab también cumple la normativa antimagnetismo ISO-764, resistiendo 88.000 amperios/metro (1.100 Gauss).
Si quieres hacerte con uno, la verdad es que de momento no es posible: aunque existen 10 versiones distintas del Zenith Defy Lab, todas ellas están ya pre-vendidas, unas ediciones que incluyen embalaje especial y una invitación para el Gran Premio de la Relojería de Ginebra, así como una visita a la fábrica donde te entregarán el reloj en mano, y como colofón una botella de vino. Para que te emborraches y te olvides del inútil derroche de adquirir un reloj con el cual, seguramente, podrían haberse salvado las vidas de cientos de niños en riesgo de muerte por hambruna.
| Redacción: GacetaIlustrada.com / GacetaIlustrada.blogspot.com
Me encantan este tipo de perfeccionamientos. Sobre una tecnología de antaño, la técnica hace que progresen sin pausa. De hecho Zenith, con unos precios que odio, y unos diseños que más o menos, tiene unos calibres que me encantan. El Primero, con su cronógrafo y 36.000 vph... Ufff.
ResponderEliminarCon 148 componentes, es a ese nivel bastante más simple que muchos relojes que tengo. Lo que quiere decir, que si LVMH quisiera, podría acabar teniendo un volumen grande y un precio razonable.