En la segunda parte de El Imperio añadí un elemento que, aunque en apariencia pueda ser un tanto banal, es sumamente importante. De disponer de una compañía militar, una de sus protagonistas, Etdrid Sjoberg, pasó a ser la dueña de uno de los más poderosos fondos de inversión del planeta. Como novela en donde, en medio de este caótico mundo capitalista y globalizado del interés y el dinero, tres hermanas intentan poner un poco de honestidad, si quería poder hacer algo grande en el mundo de los negocios o estar donde de verdad se toman las decisiones, tenía que poner a una de las Sjoberg al frente de un fondo de este tipo.
Tras las marcas, tras las multinacionales, tras la mayoría de compañías poderosas que existen en el mundo, suele haber (o suele intervenir) uno de estos fondos. Ellos no manejan solo su propio dinero, también manejan inmensas fortunas de los hombres más ricos y poderosos del mundo. ¿Dónde creéis que acaba el dinero de futbolistas que tienen millones de euros, actores, artistas de lo más variopintos, hombres famosos, presidentes y ex-presidentes de gobiernos, reyes, reinas, príncipes y princesas? Pues muchas veces en un fondo de inversión. No lo dejan adornando en bancos (o no solamente), algo que es, en cierta medida, fácil de seguir el rastro, sino que lo invierten para que, al cabo de unos años (o unos meses) les llegue multiplicado. Sacar más dinero de su dinero, en suma.
Puede que esto a muchos os suene lejano, pero lo tenéis al lado de casa: miremos el mundo de la relojería, por ejemplo. Breitling, la famosa y prestigiosa marca de relojes suizos, pertenece al fondo CVC; Macquarie y Wren House son dos fondos que invierten en rentables compañías energéticas, por ejemplo en hidroeléctricas (era dueña de Viesgo, vendida hace poco a Repsol) y distribuidoras. Cerberus, Blackstone y Lone Star compran todo lo que suene a inmobiliaria, inversiones en obra civil, etc., mientras que fondos como Oaktree, Deutsche Bank y CCPI (Canada Pension Plan Investment Board) tienen en su poder firmas de moda y complementos como Quiksilver o Billabong; fondos de este tipo también adquirieron Panrico, la compañía de renovables Eolia, mientras que Apollo y Bain invierten en cualquier cosa que sea rentable: inmobiliarias como Habitat, tecnológicas como Toshiba... Y suma y sigue, y sigue, y sigue.
Mires donde mires hay un fondo de inversión, incluso en las marcas que menos te lo esperes (hoteles, casinos, aparcamientos...).
Te preguntarás qué hacen los fondos de inversión: ¿crean riqueza? ¿Crean empleo? ¿Crean industria? Bueno, por desgracia, a veces nada. Los fondos de inversión lo que persiguen es un único fin: crear dinero. Son máquinas de hacer dinero para que esos inversores ocultos de los que hablaba (ex-presidentes, ex-tenistas, ex-cantantes, ex-deportistas famosos...) sigan engordando sus cuentas bancarias. ¿Cómo es que aquel ciclista que ganó una carrera de la que nadie se acuerda, y que era medianamente famoso, puede seguir viviendo como un rey? ¿Cómo es que aquel cantante que vendió bien sus discos durante un verano, puede seguir dándose una vida de lujo? Pues esta es una de las respuestas.
Si un fondo de inversión adquiere una compañía, los fines pueden ser muy variados: dejarla morir y malvenderla (obteniendo ellos beneficios, claro), cerrándola finalmente; aprovecharse de sus bienes muebles e inmuebles (obteniendo también beneficio, claro); reformarla, relanzarla, revenderlo, reestructurarla... Son fondos que, básicamente, no sienten la marca, no sienten ninguna marca, excepto ésta: $. La del dólar. Por eso, sus departamentos principales son de marketing y estrategia de mercado. Son fondos de ricos para que éstos sean más ricos. A veces los fondos se pasan las firmas entre sí, actuando a través de terceros (como Threesixty Developments con el fondo GSA).
En el caso de Etdrid Sjoberg, el DIRDTE decidí convertirlo en un "fondo de fondos". El DIRDTE, en sí mismo, opera como un fondo global, pero en realidad él no hace las ventas (ni las compras), o no principalmente, sino que lo hacen a través de sus firmas adheridas, una especie de "testaferros" que en algunos segmentos son conocidos como "hombres de paja". Lo veremos mejor con un ejemplo: la mencionada firma Quiksilver pertenece a Boardriders, Boardriders a su vez pertenece a Oaktree, que es en realidad el fondo que se oculta detrás. Son, en muchas ocasiones, capas y capas de firmas que se ocultan unas a otras para solapar lo más posible al fondo que está detrás. El cliente acaba creyendo que compra a una marca: mentira. Compra a un fondo.
La intención es ocultar qué fondo está detrás del fondo, o quién trabaja para el mismo, o quién pone el dinero (habitualmente multimillonarios famosos, bancos, capitales públicos...). Si quería entrar en este complejo y exclusivo mundillo, tenía que hacerlo con una firma que estuviera por encima de las demás, las Sjoberg no se merecían menos. Un fondo que maneje fondos es harina de otro costal, porque en ocasiones los fondos son bancos (y a veces bancos que tienen el dinero de las pensiones de la gente como aval, ese plan de pensiones que te está costando tanto mes a mes mantener, por ejemplo). Claro que tú no sabes que con tu dinero compran una farmacéutica que vende abusivamente sus vacunas a pobres etíopes, o que esclaviza a trabajadores vietnamitas para que hagan prendas de ropa. Eso no importa ni lo dicen, porque para ellos cuanto menos sepas de sus tejemanejes, mejor.
Pero si manejas varios fondos puedes hacer que la puja por una firma preciada, o por una multinacional, sea más favorable a ti, puedes negociar a dos bandas, puedes negociar a tres bandas, puedes eliminar a los demás fondos en las transacciones que te interesen. Obviamente esto es teórico, y es ficción en El Imperio. Pero como suele decirse, seguramente la realidad supere a la ficción.
| Redacción: Bia Namaran para CODE Intermedia | codeintermedia.com
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