5.10.15

Cien pesetas o diez euros


No me gusta hablar de dinero, y por fortuna, aunque lo vaya a hacer, voy a hablar del dinero "que me gusta más": el dinero desde el punto de vista estético, el que ya no tiene valor.

El billete que desde siempre más me gusta y uno de los que más me atraen fue el de cien pesetas. Quizá sea por su color un tanto steampunk, el señor flaco -Manuel de Falla- que aparece en la imagen (comparada con la figura "de rancio abolengo" de los personajes y personas del resto de billetes, la imagen de ese anciano me parecía peculiar, un tanto graciosa y hasta emotiva, como esos viejos profesores con paciencia infinita ante sus alumnos). Pero puede que realmente mi atracción por el billete de cien pesetas (que luego sería convertido en moneda con la devaluación, todo un sacrilegio) sea debido a que, cuando era pequeño (estaría en tercero de la EGB) encontré uno tirado, mojado y arrugado en una cuneta, a la salida del colegio. No se por qué no lo cogí (en aquel tiempo cien pesetas era "un dineral"), ni le dije nada a mi madre. Tampoco lo comenté después a nadie. No entendí por qué mi desprecio hacia ese billete tan valioso y hacia todo lo que representaba, y ese desprecio, haber tenido "la osadía" de ignorarlo, con el paso del tiempo se convirtió en una forma de pensar, una actitud hacia el dinero. Quizá por eso ahora tenga para mí ese significado tan especial, y no el monetario.




Por eso, cuando las pesetas perdieron su valor y el billete de cien costaba en realidad mil pesetas (es el precio que tuve que pagar por él, irónicamente, más o menos) decidí hacerme con uno.

Jesús Gil (el ex-presidente del Atlético de Madrid, y ex-alcalde de marbella) confesó un día en un reportaje que le hicieron para Informe Semanal que en su cartera llevaba siempre 600 euros (aunque ahora 600 € tienen bastante valor, en aquellos años aún más, era la nómina de un funcionario de escala básica, por ejemplo, su sueldo base).


Decir que podías permitirte el lujo de llevar 600 € contigo cada día, en tu cartera, era decir bastante. Era decir que manejabas realmente mucho dinero. No hay muchas personas que anden por la calle con semejante suma de dinero a diario.

Yo sin embargo el dinero que guardo conmigo son cien pesetas. Esas mismas cien pesetas sin valor alguno. Puede parecer sorprendente, inútil, pero representa mucho más. Representa el valor fútil, temporal y caduco del dinero, de la vida humana, de nuestra temporalidad. Las fortunas vienen y van, los reinos caen, los gobiernos se suceden. Todo pasa. Lo que tú crees que tiene un valor incalculable hoy, mañana no valdrá nada. Todo depende de la importancia que tú le des a las cosas, hechos y circunstancias. La persona que hoy te hace mal, mañana puede convertirse, aun sin saberlo, sin quererlo, en tu máximo aliado. Cuando los rusos llegaron a Berlín en la Segunda Guerra Mundial, los soldados nazis corrieron en tropel hacia el occidente. Querían caer en manos de los británicos o los estadounidenses, su acérrimo enemigo, antes de caer en manos rusas. Sabían que si eran detenidos por los rusos acabarían sus días en Siberia. De los campos de trabajos rusos apenas regresaron a Alemania el seis o siete por ciento. Los demás murieron allí.


Por eso he puesto lo de diez euros. Ahora arrojas a la calle un billete de cien pesetas, y uno de diez euros, y el primero que cogerá la gente es el de diez. El de cien pesetas, antes tan valorado, aparte de causar cierta curiosidad pocos se detendrán ante él. Es el de diez euros el que tiene valor bancario y mercantil. Pero hay otro tipo de valor al que no se le da tanta importancia (porque no interesa en la economía capitalista) y que deberíamos apreciar más, tener más en cuenta. Es un valor que ninguna imprenta podría inscribir en ninguna moneda. Son valores gratuitos que nunca deberíamos perder, y con los que nunca deberíamos negociar.

Así que tú, ¿qué billete valoras más? Lo sé, todos lo sabemos: sabemos que es difícil, todo gira en torno al dinero en este mundo. Pero el dinero no debería ser un fin. No debería ser, ni siquiera, el medio. Porque el dinero es la raíz, y en muchos sentidos el motivo, de muchas de nuestras más graves enfermedades, empezando por la enfermedad que es en buena medida la raíz de todas las demás: la codicia, las envidias, y la soberbia. Y esas enfermedades sí que no se curan con dinero.


| Redacción: Radio Ibérica

4 comentarios :

  1. Que bonitos eran los billetes antes, con bonitas filigranas y con dibujos muy bien decorados. Los de ahora son diseños geométricos muy simplones. Es verdad que los de ahora han ganado en seguridad con codigos holograficos y todas esas cosas, pero los de antes eran mucho mas bonitos.

    ResponderEliminar
  2. Un billete precioso el de 100 pesetas que fue a menos cuando apareció la moneda de 100 Pesetas, desde un punto de vista practico prefería la moneda al billete, creo recordar que a principios de los 80´ con 200 Pesetas tenia para un bocata de tortilla de patatas con ajoaceite ó un Blanco y Negro, buenisimoooooooo, una botella de Pepsi Cola y con las sobras me daba para unas partidas de marcianitos ( Space Invader ) en la maquina del bar del instituto.

    El billete de 5000 pesetas era mí favorito…., el que más se veía en las carteras era el verde de 1000 y el naranja de 2000 Pesetas que es el que más se parece al actual billete de 10 Euros, el que menos recuerdo es el billete de 200 Pesetas.

    Yo también prefiero los billetes de antes, tenían mucha más personalidad, ¡dónde va a parar!

    ResponderEliminar
  3. Los de 500 pesetas de rosalía de castro (de los 70 también) eran preciosos.
    Con cien pesetas te comprabas media tienda en los 70, con 500 eras el rey. Las cien pesetas era el billete más común cuando salías de marcha.

    ResponderEliminar
  4. A mi me gustaban los de 1000 y de 5000. Recordáis cuando salieron luego los de 2000 y 10000?
    Y el chasco que nos llevamos con los billetes de 100 cuando salieron las monedas de 100?

    ResponderEliminar