El pasado domingo el diario El Mundo publicó un suculento artículo sobre el espionaje en la Red, y cómo los espías del servicio secreto español (el CNI) eran capaces de introducirse en los ordenadores de cualquiera de nosotros. No descubro nada nuevo si os hablo de Echelon, sniffers, rastreadores y tanto software parecido. De hecho se conoce desde hace tiempo, aunque lo que la opinión pública sabe de películas y reportajes es solo lo que ocurría hace años, porque ahora eso ya está ampliamente superado y pocos -excepto los que están en ello- tienen conocimiento de las herramientas que se utilizan en la actualidad, mucho más -enormemente más- eficientes que las limitadas herramientas y aplicaciones de espionaje (y rastreadores, que para mí son mucho más importantes) de antes.
Precisamente esta mañana Ediciones Deusto, y Alejandro Suárez (experto en tecnología del programa "Cuarto Milenio" de Cuatro TV, y de "La Linterna" en la Cope), me enviaban la invitación a un suculento libro que acaba de aparecer, cuyo título es "El quinto elemento", y que habla de todo eso, cuya fiesta de presentación oficial tendrá lugar en Madrid a primeros del mes que viene.
Alejandro Suárez se interna en un mundo muy peligroso y desconocido, pero a la vez enormemente atractivo -al menos para los que nos gustan los ordenadores- como es el ciberspionaje, el ciberterrorismo y las técnicas y procedimientos de intrusión y ataque. Se dice que la próxima gran guerra tendrá a los ordenadores como herramientas y al ciberespacio como escenario, pero sin aventurarme a predecir si eso ocurrirá o no -por cierto, de eso también habla el libro-, la verdad es que la mayoría del común de los mortales ignora lo que ocurre detrás de sus pantallas, sean éstas de smartphones, tablets u ordenadores, y el horrible -y terrible- mundo que acontece tras ellas, en donde no existen apenas fronteras y, lo que es peor aún: escrúpulos.
Que los crackers (sí, he dicho crackers) más grandes de España sean los espías pagados por todos nosotros es algo tan tremendo que da miedo pensarlo, pero no debemos detenernos ahí, al fin y al cabo los hackers más peligrosos trabajan para las grandes empresas (compañías de telecomunicaciones y de desarrollo de antivirus y de seguridad, principalmente), y para los grandes gobiernos alrededor del mundo entero.
Gracias a ellos el mundo es más seguro... ¿O no? Tenemos que pensar una cosa: si organizaciones terroristas como ETA están a punto de dejar las armas y han dejado la violencia (al menos eso dicen, no seré yo quien se fíe de unos terroristas que matan sin escrúpulos), en buena medida es gracias a la tecnología actual. El "gran error" de ETA fue el no saber evolucionar con las tecnologías. En los años setenta, incluso en los ochenta, era fácil perpretar un crimen, simplemente ponías una bomba lapa o esperabas con un coche bomba al paso del objetivo, y lo hacías estallar. Pero eso cambió radicalmente con la tecnología. Ahora cualquier robo en infraestructuras militares está controlado por equipos informáticos, que saben si algo falta o quién ha entrado o salido del recinto. En la calle, en la vía pública, el control de las cámaras de seguridad es absoluto. Si pones un coche bomba serás captado por cien cámaras de tránsito en unas pocas manzanas alrededor. Es imposible escapar de eso, a menos que lleves sombrero, pasamontañas, y llames la anteción escandalosamente.
Mientras la policía científica, los cuerpos de seguridad del Estado, el CNI y los diferentes cuerpos policiales como la Guardia Civil creaban infraestructuras y brigadas especiales informáticas, los terroristas de grupos como ETA seguían con sus técnicas de la era de la revolución industrial, se estancaron, no avanzaron con los tiempos (el CNI, por ejemplo, tenía contratado a un hacker como externo, y mientras los miembros de ETA se intercambiaban e-mails encriptados entre ellos con total confianza, ignoraban que los espías podían desencriptarlos y leerlos desde hacía tiempo). Son varias las causas y motivos de ello, uno es que para poner una bomba lapa la formación que tienes que recibir es bastante simple y sencilla. Y para disparar una Beretta de 9 milímetros no hace falta un curso de extensión universitaria. Muy diferente es ser hacker, cracker o experto informático. No solo se requiere formación, sino gente dispuesta a hacerlo y no es sencillo adoctrinar a un hacker a cambio de peticiones de autonomía y autodeterminación del periodo franquista. Resumiendo: un terrorista puede ser cualquier "idiota". Un informático-terrorista no. Y en eso los terroristas de ETA no supieron ver el cambio.
El libro no toca eso -no se siquiera si se publicaría a alguien que tocara ese áspero tema, porque de eso las editoriales no se quieren arriesgar a publicar nada-, pero sí habla un poco de esa otra guerra que ocurre en el lado oscuro de las Redes, a veces pagada y sustentada con nuestros impuestos, y en muchas ocasiones siendo nosotros objetivos sin que lo sepamos. Como siempre digo cuando hablo de estas cosas, no es solo cuestión de que no tengamos nada que ocultar, más bien es cuestión de por qué deberían conocer nuestra intimidad. Pero bueno, en cuanto te dan un número de DNI ya estás cediendo buena parte de tu control al Estado. Y ahora con la informática nadie escapa. Ni tú ni yo.
| Redacción: Radio Ibérica
Siempre se ha dicho que espiar es de mala educación.
ResponderEliminary lo peor es que encima les pagan
EliminarEfectivamente Peugeot, les pagan por fisgonear las miserias de la gente y a esto le llaman servicios de inteligencia, ¡El fin no justifica los medios!
Eliminaresencial en los tiempos en que vivimos estar informado de estas cosas
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