Reproductores de MP3, Walkman, radio, catalejo, prismáticos, cámara de fotos, reloj, calculadora, grabadora de audio, lupa, calibre, agenda, calendario, ordenador, navegador GPS, brújula, reproductor de música, teléfono, cuaderno de notas, videojuego, linterna... Todo eso (y algunas cosas más) son las que ha ido sustituyendo el smartphone, toda una "multi-herramienta" de la era moderna, un apoyo imprescindible, un centro de datos y gestión de nuestra vida personal. Y con la tecnología NFC será además nuestro monedero, nuestro medio de pago, la tarjeta de transporte y nuestra tarjeta de crédito. Solo le falta -pero todo se andará- que se convierta en nuestro documento de identidad, carnet de conducir y pasaporte.
Muchas de las antiguas películas de ciencia-ficción, y algunas de las series de los setenta, habían adelantado un aparato similar. Habían adelantado que, en el futuro, el ser humano sería totalmente dependiente de algo así. Yo me quedaba encandilado ante aquellos objetos los cuales, muchas de las veces, tenían la apariencia de reloj en la muñeca, y lo hacían todo -o casi todo-, empezando por las labores de comunicación con la nave espacial.
El hecho de que se hayan añadido tantos objetos en uno solo tiene sus pros, y sus contras. Yo, personalmente, no he podido sustituir a muchos de ellos. La razón principal es que, mientras en las series de ficción ese aparato hacía muy bien su trabajo, y con tecnología avanzadísima, el smartphone de hoy deja muchísimo que desear. Para mí es de ese tipo de aparatos que es capaz de hacer de todo, pero casi nada bien.
Si empezamos a enumerar la cantidad de defectos que tienen y por dónde cojean, no acabaremos. Es verdad que aún así muchísima gente adicta a él lo usan en todas partes, incluso mientras pasean, hacen su trabajo, esperan al tren o al autobús o mientras hacen la compra. Pero centralizarlo todo en uno de esos aparatos hace que se pierda en buena medida el encanto y el buen hacer "de los originales", de los que han sido pensados, diseñados y construidos para su labor.
Aún así admito que es una gran ventaja, pero no es, de momento, ese aparato tecnológico definitivo con el que nos las prometíamos tan felices.
Por otra parte se encuentran sus múltiples debilidades, su constante amenaza de virus y malware, su escasa autonomía y el riesgo de que, si tienes tu información personal demasiado centralizada en un sitio, y ese sitio, además, te acompaña a todas partes, cuando lo pierdas el shock que sufrirás será de órdago.
Luego está la autonomía. Un reloj te duraba funcionando durante años. La calculadora, meses de uso en clases. La radio semanas. El smartphone, si quieres usar toda esa información que guardas y aplicaciones que ofrece, tendrás que recargarlo a diario. Solo te durará horas. ¿Es un avance o un retroceso? Cierto que te ofrece muchas cosas, pero ¿a precio de qué? De pagos mensuales para conexiones de datos, de pagos a la compañía eléctrica, de cargadores y accesorios y gadgets varios en toda una industria que ha emergido a su alrededor (fundas, protectores de pantalla, cargadores auxiliares, auriculares, altavoces, abrillantadores, limpiadores, conectores...), de un batiburrillo de cosas que a veces llegas a plantearte si realmente aparatos así te liberan o te esclavizan. La gente no paga -más allá del coste casi irrisorio de una pila- por encender su calculadora o por mirar la hora en su reloj. Pero curiosamente sí están dispuestas a pagar, y de buena gana además, por encender unos minutos al día su smartphone. Qué gran descubrimiento para las casas de software y las industrias de energía, comercializadoras y productoras, que nos ven tan felices haciéndonos esclavos a ellas. El sueño de todo magnate capitalista: hacer que sus esclavos le suelten su dinero y lo hagan encima con alegría. Pero esto que digo no vende, no importa; "si no es moderno o no suena tecnológico no interesa", te dicen desde sus multimillonarias campañas de marketing. Y lo más fuerte es que causa efecto, y muchos se lo creen. ¿Qué es nuestra ridícula vocecilla comparada con la de ellos? Apenas nada. Un susurro en una tormenta. Y muchos, aunque te oigan, ni te querrán oír. "Estás anclado en el pasado", te dirán. Pero no es eso. Es simplemente defender otro modelo de avances tecnológicos, uno en el que la persona, el usuario, sea el protagonista y el beneficiario principal, y no solo una moneda de cambio para aumentar los beneficios de un montón de multinacionales y gobiernos.
Casi todas las cosas que puedes encontrar en un smartphone tienen su símil en un aparato independiente: en la radio, el reloj o la calculadora. Es cierto que a veces te encuentras con que la aplicación que sustituye al artículo en cuestión en tu smartphone es muy completa, e incluso puede darse el caso de que lo sea más que tu reloj o calculadora. Pero cuando tienes la calculadora posees un teclado específico, su alimentación -muchas veces solar-, y si se estropea, la pierdes, se deteriora o se le acaban las pilas sólo te influenciará en ese aparato en concreto. No en todo lo demás que rodea tu vida. Sin embargo si el smartphone se te estropea o daña -que suele pasar siempre, aunque solo sea con el uso- todo lo demás irá detrás. Y todo lo que usas se quedará en nada. Tu pequeño mundo se hundirá.
No hay que ir contra corriente y contra los tiempos, a mí me gusta el smartphone, tiene muchas ventajas, pero en su medida. Como una segunda opción, y no como la principal.
En muchas ocasiones el teléfono me ha salvado de un apuro: cuando necesito grabar alguna nota de voz, realizar apuntes, o grabar un programa de la radio. Todas son características para las que puedes usar el smartphone (por desgracia, no hay un dispositivo de escritura con teclado para escribir textos, y tienes que recurrir a un teléfono o a un cuaderno convencional), pero por fortuna aún podemos elegir, casi siempre, el producto que hace eso específicamente.
Es curioso cómo, en los primeros años de la tecnología móvil, los teléfonos móviles que eran principalmente eso, teléfonos móviles, los fabricaban empresas de electrónica y hardware, como Philips, Siemens, Bosch o Sagem. Muchas han acabado malvendiendo su división de telefonía, y ahora el panorama ha sido dominado por las compañías de software como Apple, que no poseen ni infraestructura ni fábricas para producir lo que diseña y programa.
Esto llama mucho la atención porque nos hace ver claramente que es el software, las aplicaciones, quienes tienen una importancia capital en la actualidad, aunque éstas no sean nada sin correr sobre algo "físico". Philips, Siemens y demás han vuelto a dedicarse a lo que hacían antes, a medida que el software iba tomando protagonismo.
Así las cosas, ya no tenemos aparatos físicos, no hay receptores de radio, calculadoras ni relojes, son todas ellas realizaciones virtuales que aparecen y desaparecen en la pantalla de tu smartphone. Ni siquiera ya hay una tecla que pulsar, es solo una zona de la pantalla donde no hay tacto, es un simple roce casi sucinto con la yema de tus dedos con el que, muchas veces, hay que tener tanta delicadeza que se corre el riesgo de acabar con artritis en las manos. El smartphone ha eliminado en buena parte el disfrute de tu reloj, del bonito diseño y aspecto de tu calculadora o de tu radio, porque eso que ves en la pantalla "no está ahí", es algo pintado y dibujado por un diseñador. No es algo "real". Disfrutar y sentir que llevas tu modelo preferido de calculadora entraña el riesgo de que debes cuidarla, y el temor de que puedes perderla o deteriorarse, y eso el smartphone lo ha eliminado. Por desgracia ha eliminado la parte "buena", la de gozar con el objeto, porque la parte del temor y del posible deterioro se ha trasladado ahora al propio smartphone. Cuánta gente hay que al perder su smartphone o al rompérsele caen en la depresión y es como si perdieran un trozo de su vida. Los SAT están llenos de personas tan afectadas emocionalmente como si fueran las salas de un hospital de la Seguridad Social.
Y por otra parte está el precio. Tu modelo de reloj, radio o calculadora podía gustarte tanto que sin mucha dificultad podías comprar dos y tener uno simplemente para sustituir. Obviamente con algunos smartphones esto también es posible, pero como lo que le da valor es lo que lleve dentro, tu vida, tu información y tus archivos, el tener otro de sustitución no paliará en buena parte el problema. Además, ¿sustituirlo para qué? Al contrario que un reloj, donde siempre vas a tener hora y nada más que eso, una calculadora, donde vas a hacer operaciones aritméticas y es ese su claro objetivo, o una radio, donde sólo la usarás para escuchar tus programas y emisoras favoritas, y éstas aunque cambien de dial podrás igualmente sintonizarlas, en un smartphone la cosa es totalmente distinta. Dentro de poco (y de bastante poco tiempo) su tecnología se verá superada, y a los pocos meses no solo se te habrá quedado anticuado, sino que irá más lento y las nuevas aplicaciones -por las que incluso habrás pagado tu buen dinero- dejarán de ser compatibles o empezarán a presentar fallos. Así que adquirir un segundo modelo "para sustituir" no tiene sentido, es una estupidez.
La tendencia, para bien o para mal, nos guste o no, es que cada vez el smartphone vaya devorándolo todo más y más. Cada vez su protagonismo tiende a ser mayor, aunque haga de todo pero, en el fondo, nada bien. Aunque para navegar por internet tengas que pasar de navegador a navegador según las páginas que quieras ver, o hacer mil triquiñuelas. Aunque para manejarlo tienes que dejarte los dedos o los ojos por la ridiculez de detalles en su pantalla. Pero no puedes hacer nada, es innegable que así son las cosas y no podemos luchar contra ello, contra esa mediocridad que parece dominar la sociedad del mal llamado primer mundo.
Por fortuna, aún tenemos la opción de poder usar cuando queramos, y recurrir, al objeto "real" y no al virtualizado. Aún podemos recurrir a relojes "de verdad", calculadoras "de verdad" y aparatos de radio "de verdad". Puede que llegue el día en que los smartphones lo hayan hecho todo añicos y eso ya no sea posible. Un día en el que todo será virtual y nada real. Un día en que tener una calculadora en tu mochila o un reloj en tu muñeca será algo inusual, como ahora llevar uno de los antiguos relojes de bolsillo, lo mismo. Pero, curiosamente, los diseños de esas calculadoras y de esos relojes que más triunfan son los que nos recuerdan a las Casio o a los G-Shock, a calculadoras y relojes que un día fueron reales. Imitaciones creadas con bits y recreaciones que asemejan a lo que un día existió. El reino de lo intangible. La elevación de lo material a lo intocable. Bienvenido al mundo del mañana, al de los espejos donde solo ves reflejos. Al país del Nunca Jamás.
| Redacción: Radio Ibérica
"al de los espejos donde solo ves reflejos". Genial. que articulazo. Chapó
ResponderEliminarExcelente artículo, solo añadir que concentrar tanto poder en un objeto tan pequeño (Smartphone) y sin poder gobernarlo solo tiene un objetivo, controlarnos a través de las huellas digitales que dejamos a nuestro paso como si fuéramos animales, para seguir nuestro rastro en el otro mundo paralelo al terrestre, el mundo virtual que no esta bajo nuestro control, no cabe la menor duda de que este aparatito es obra del Diablo, no digo más.
ResponderEliminarCreo que te has pasao. No creo que sea tan malo pero si que debería mejorar en muchos aspectos y no solo pensar en lanzar mas aplicaciones y codificar mas grande las paginas web para que los paquetes de datos te duren menos y asi tengas que contratar una tarifa mas cara. Y los videos, y las imagenes, y tnatas cosas. Que antes cuando los modem entrabas a una web y veias una imagen a 1024 pixels y se te hacían los ojos chiribitas, hoy las que ponen no bajan de 1600 y de ahí para arriba. En algunas páginas que visito ya tienen galerias a mas de 2000 pixels, con lo que eso ocupa luego si te pones a verlas, y total tanto detalle se sale de la pantalla y tienes que menguarla de todas formas, es solo por decir que tienen un portal con fotos grandes. Y las animaciones, y los videos HD... Con todo esto uno termina pensando a quien están favoreciendo, si al que solo quiere disfrutar de su periódico o de su web, o al proveedor y a todos los que están detras moviendo el cotarro.
EliminarPara mi en la ci-fi clásica había 3 cosas que me llamaban la atención:
ResponderEliminar- Herramientas de diagnóstico médico global, automatizado y sin dolor.
- Dispositivos portátiles todo en uno (normalmente en la muñeca).
- Vehículos voladores
Efectivamente el móvil aún no ha llegado a tales extremos, y carecen de estabilidad suficiente para el uso crítico. Tampoco tienen una autonomía a la altura de sus predecesores (1 semana o más), ni una durabilidad acorde al precio (antes costaban 5 veces menos, y duraban 2 o 3 veces más).
Pero teniendo en cuenta que llevan entre nosotros apenas 20 años, reconozco que el avance ha sido velocísimo. Lo que ocurre, es que nunca sabemos cuando su ritmo se frenará, será a los 10 años como con los relojes digitales, a los 30 años como los ordenadores domésticos?
En cuanto al punto de vista de pagar por una pila, es levemente diferente. Ya que implica tiempo para el usuario, de ir a un relojero, hacer el cambio, y pagarlo. El contrato de datos de un móvil es paga y olvídate. No requiere tiempo ni que pienses. Si que en cambio requiere un esfuerzo tener que llegar a casa y enchufarlo, o sino, hacer como yo hago, y aprovechar la jornada laboral para tenerlo cargando.
en mi opinión a los celulares modernos les faltan algunas características para ser el invento absoluto del día a día:
ResponderEliminar-mejor software y S.O (urgente) que consuman menos energía pues mejorar las baterías tomará tiempo
-pantallas de bajo consumo o con opción de solo blanco y negro (tipo las kindle) para consumir menos batería
-generación de relieve y botones por medio de una tecnología muy moderna, así tendria sentido jugar en un emulador o usar un control remoto en el celular, sino uno se siente muy incómodo; no olvidemos que en un tiempo habían controles remotos para controlar distintos aparatos, una tontería puesto que con una buena app en el celular eso se podría aprovechar al máximo (tienes opción de controlar incluso aparato antiguos) pero mientras no hayan botones aún será raro.