21.12.16

La gran tragedia que oculta Internet


Sin darnos cuenta, casi sin notarlo, sin apenas caer en la realidad que ante nuestras narices acontece, estamos siendo testigos de una amenaza a la pérdida de conocimiento solo comparable a la de la biblioteca de Alejandría. Lo más curioso es que no parece importarle a nadie.

¿A qué me estoy refiriendo? A la pérdida de los escritos y publicaciones de personas anónimas en internet.




Hace tiempo seguía algunos blogs de contenido científico y/o personal, en los cuales se sugería diversas opiniones o soluciones a temas tratados. En Facebook, algunas de las personas que seguía ponían reflexiones realmente interesantes, muchas de ellas enormemente útiles. Cuando esos blogs se eliminaron (por desgana o carencia de tiempo de sus autores) o esos perfiles cerraron, toda aquella información desapareció. Como si jamás hubiese existido.

Alguien podría aducir: "bueno, si sus mismos autores lo eliminaron, guardarán esos documentos en otros sitios, en pendrives o en discos duros, o sino es que no querían que nadie mas siguiera leyéndolos". Esa no es la cuestión. Lo curioso del caso (o lo triste) es que aunque así fuera, no debería haberse perdido. Antiguamente si alguien editaba algún texto y lo dejaba libre, podía acabar en las estanterías más insospechadas pero, además, era obligatorio un "depósito legal" que protegía esa obra. Algo así no existe en internet. En la Red cualquiera puede publicar lo que sea sin tener que dejar su obra en depósito a nadie.

Cierto que ha habido intentos, sistemas que se encargan ellos mismos de "recolectar" la ingente información que existió por la Red, proyectos loables como el de la Wayback Machine o el de Archive.is (por cierto, podéis ver cómo queda una "captura" de estado de Bianamaran archivada en ese sitio aquí, por si tenéis curiosidad), pero son totalmente insuficientes y, en muchos casos, ineficientes, porque en alguna rama o en alguna parte de su sistema de almacenamiento acaban derivando a la página original, dejándonos en un callejón sin salida.


Además, la Wayback Machine no recoge la amplia documentación escrita que se divulga y difunde a través de plataformas como Facebook, y teniendo en cuenta el movimiento que Facebook genera es como prescindir de una parte más que considerable de valiosa información (o curiosa) a guardar. Tampoco recogen toda la información, sino que se centran principalmente en páginas norteamericanas. Y, por último, tampoco es eficiente por su escasa rapidez: si yo publico una entrada hoy, y mañana la retiro, la Wayback Machine no será capaz de almacenarla.

Ejemplos de esto hay muchos, por poner uno que conozco muy bien, la Wayback Machine no ha podido recoger las páginas web completas de Casio en español de sus primeros años. Otras, hechas en la época dorada de la tecnología flash, se han perdido para siempre, porque si la Wayback es lenta "recolectando", mucho más lo es aún (y le cuesta más trabajo) recoger esa información adherida en las webs con plugins.

En otro sentido es verdad que se han dado buenos pasos, por ejemplo en la recopilación de obras clásicas, como el Proyecto Cervantes o el Proyecto Gutenberg, junto con muchos otros similares fomentados o amparados por instituciones universitarias, o por empresas privadas, como Google Books. Pero claro, todo ese esfuerzo y ese capital se dirige a digitalizar manuscritos y libros ya existentes, no a salvaguardar los documentos y textos de personas desconocidas en la Red o que no son famosos.


Es paradójico que un medio en el que tanta información se publica a diario, como es internet, también se pierda tanta a diario. No hay datos oficiales a este respecto, porque nadie se ha molestado siquiera en cuantificarlo, pero una simple operación matemática lógica nos puede hacer suponer perfectamente que son miles a diario. Un río de desaparición de información en forma de posts, artículos y datos (en muchas ocasiones puede que sean inservibles, pero en muchas otras no) que solo podríamos comparar en el tiempo, por sus proporciones, a los incendios de enormes bibliotecas de la antigüedad, como la de Alejandría. Parece ser que los grandes centros del conocimiento y del saber están condenados a sufrir, curiosamente, grandes pérdidas en esos conocimientos.

Y bien, ¿cuál sería la solución a todo esto? Yo no estoy por coartar la libertad de los autores de la Red, recogiendo información sin su consentimiento, pero creo que sería bueno que cada país ofreciese un servicio de respaldo en forma de depósito legal digital. Este servicio se encargaría de recoger, catalogar y almacenar todo ese conocimiento y cultura que ahora se pierde. Claro que, para hacer ésto, ese sistema debe ser dos cosas: por una parte rápido y fácil de usar y, por la otra, que a cambio se les ofreciese una especie de "compensación" a los autores.

"Fácil de usar" quiere decir que uno no tenga que subir sus documentos en un determinado formato de archivo, con páginas lentas llenas de plugins, javascript y HTML5 como actualmente está tan de moda, por desgracia. Más bien podría ser un servicio muy parecido al que ya funciona en Archive.is, en el que se le ofreciera a los usuarios y autores depositar sus escritos, simplemente dándole la ubicación de los mismos (una URL) y que el propio sistema se encargase por sí mismo de "recolectarlos".

Por supuesto, ese servicio debería de ser gratuito.


Y la contraprestación que se les podría dar sería el ofrecerles un registro de su obra gratuitamente. Es cierto que ya existen servicios así (no voy a darles publicidad a ninguno de ellos, todos son una basura) pero te exigen un pago previo de determinada cantidad de dinero para registrar tu obra, que los convierte en un auténtico robo (imagínate que, encima de ofrecer tus trabajos gratis online, tengas que pagar a sitios como esos...). De esa forma, ese llamémosle "depósito digital legal" tendría un atractivo bastante útil que animaría a un gran número de escritores a su uso.

Por otro lado, no solamente tendría que reducirse a textos escritos, sino también a software. Millones de aplicaciones anónimas se han perdido porque sus sitios que las hospedaban han cerrado (así de pronto se me ocurre como ejemplo Fortunecity, Geocities o la propia Tripod, en la mayoría de ellas yo mismo tenía aplicaciones o web que "desaparecieron"). Si se ofreciera para todas ellas un depósito legal digital, se podría crear un repositorio extraordinariamente útil de programas freeware.

Servicios de "almacenamiento digital" ya existen, es cierto (como Oldversion, Oldapps...), pero todos ellos almacenan y reúnen aplicaciones de compañías y empresas con más o menos renombre, no hay ninguno que recoja a desarrolladores desconocidos cuyas aplicaciones pueden ser también bastante útiles. En este sentido recuerdo las aplicaciones del doctor Mario Morales, o las de un programador que llegó a lanzar un calendario con agenda portable, en los noventa, que usé durante bastante tiempo y que, cuando quise volver a utilizar, no volví a dar con él. Puedes buscar esas aplicaciones que no son ya tan conocidas, y verás que en ese tipo de repositorios no están almacenadas.


Y es que no todos tenemos la suerte de contar con desarrolladores que, como Guti, conserven sus primeros programas (bien sea porque se dañaron los sistemas de almacenamiento donde los conservaban, o por las más diversas vicisitudes de la vida) y, por desgracia, desarrolladores que sean tan ordenados y que gestionen tan bien sus antiguos trabajos como el mencionado Guti, hay pocos.

Creo sinceramente que esos dos repositorios cubrirían un hueco que ahora mismo está totalmente en el aire y dejado al azar de cada sistema de almacenamiento (como Drive). Los cuales, la corta historia de internet ya lo demostró en más de una ocasión, pueden desaparecer de la noche a la mañana y casi sin previo aviso.

Creo también que el enorme capital monetario que reúnen los gobiernos con los "impuestos digitales" o canon estaría mejor empleado en sistemas y servicios como ése, que al fin y al cabo redundará en bien de toda la sociedad, y no a cubrir los gastos de multinacionales del entretenimiento y discográficas, como ahora está establecido ese impuesto.

Por desgracia no creo que esto vaya a cambiar y, como ocurrió en la biblioteca de Alejandría, solo nos lamentaremos y se darán muchos cuenta de esta gran pérdida cuando ya sea tarde e irrecuperable. Lo más terrible es que en nuestro caso aún podríamos estar a tiempo de evitarlo, y no lo hacemos.


| Redacción: Bianamaran.blogspot.com

2 comentarios :

  1. Una interesante reflexión. Creo que mantener a salvo todo ese material, es responsabilidad del autor, claro que, los estamentos sociales, deberían ayudarle a ello, cosa que no hacen.

    Desde mis inicios, sólo en la informática, habré perdido cientos de miles de lineas de código. Cuando me di cuenta de ello. Los ejecutables los guardaba, y muchos siguen colgados en servidores FTP, pero los fuentes nada de nada. Desde entonces, prefiero publicar también los fuentes, y que al menos con su difusión, no se pierdan.

    Pero está claro que nadie nos ayuda, ni con nuestros programas, no con nuestros blogs.

    ResponderEliminar
  2. Es cierto, aunque no debe ser nada sencillo, los únicos que pudieran generalizar el servicio de guardar tu información a nivel masivo y gratis son Google y pocas empresas más, y es cierto que lo hacen, pero si a futuro estás empresas quiebran o cambian su forma de trabajo, todo el material digital se pierde. Por otro lado, pienso que si sería importante que en lugar de gastar muchos fondos en bibliotecas físicas que hoy muy pocos visitan sería mejor invertir esos fondos en servicios como estos. Al ser de fondos locales, de parte de organismos estatales o privados como universidades, es más probable que se tenga mayor posibilidad que a futuro cuiden los datos y les den un buen uso.

    ResponderEliminar