7.12.16

Mi sueño tiene dos letras: MM


Un relato de Bia Namaran.


De pequeño mi bien más preciado era mi colección de autos de juguete, en especial tenía un modelo, en negro, que me entusiasmaba: el MM Carbone. Por aquellos años, y durante casi toda mi infancia, mi salud era bastante delicada y las visitas al médico y a los hospitales eran constantes. De manera que me pasaba muchísimos días con aquel coche, que llevaba constantemente conmigo en mi bolsillo.

Los Carbone fueron los predecesores de los Mzero, dentro de la gama de los compactos de Mekanik Mekatronik, antes de que este fabricante innovara con sus series de motores, las X, H, G, E.... Mi favorito era el MM Carbone TR, aunque todos me gustaban: el GT, el D, el TDi, el TDi-c... Apenas tendría unos ocho años cuando acompañaba a mi abuelo al parque y, mientras él se sentaba en un banco a charlar con otros señores, yo me quedaba apoyado en una barandilla que rodeaba el borde del parque. Mi abuelo me animaba a que fuera a jugar a la zona de los columpios, pero pronto dejó de hacerlo porque intuyó qué era lo que de verdad me gustaba: quedarme mirando, absorto, horas y horas, frente al taller de MM de mi barrio. Era un taller que tenía un pequeño concesionario al lado, con un gran ventanal en donde se exponían algunos MM (un par que cambiaban constantemente, ya que los vendían pronto porque había inmensas listas de espera, como ocurre ahora). Lo que me entusiasmaba de verdad era ver llegar y salir los MM, y cuando aparecía un nuevo modelo o que se veía pocas veces, era toda una fiesta para mí.




Allí me quedaba, en invierno a veces hasta el oscurecer, aterido de frío y rogándole a mi abuelo que saliera para llevarme, aunque estuviese lloviendo. Aquel inmenso cartel de MM me cautivaba, sus letras azules, sus formas y, sobre todo, sus palabras, tan raras, crípticas y misteriosas para mí: "Mekanik Mekatronik". Me lo repetía muchas veces en voz baja: "Mekanik Mekatronik, taller oficial".

Una vez llegué del hospital y mi abuelo me contó que habían llevado un nuevo coche a la exposición. "¿Cómo es?" -le pregunté con insistencia, "¿qué modelo?", él me respondió:
- No lo sé, creo que es como ese que tienes.

Le enseñé emocionado mi MM Carbone:
- ¿Cómo éste? ¿Seguro que es como éste?
- No sé, yo no entiendo de esos autos.

No podía creerme cómo alguien no podía saberse la lista completa de modelos de MM al completo, tal como me la sabía yo. Por supuesto, mi abuelo no me permitió salir a la calle, pero una semana después, cuando ya estaba mejor, salí corriendo entusiasmado. Iba a toda la velocidad que me permitían mis piernas, deteniéndome en seco en los semáforos, saltando impaciente a la espera que se pusieran en verde, y luego reemprendía mi carrera. Así llegué al taller de MM y pegué mi nariz en el cristal de su concesionario. Casi me desmayo de la emoción. El corazón me dio un vuelco: ¡allí estaba! ¡El MM Carbone TR, en vivo! No era un modelo en mi color favorito, en negro, sino en rojo, pero eso era lo de menos: me parecía el objeto mas hermoso y maravilloso del mundo entero.

Los años fueron pasando y, por desgracia, para mí a peor: mi abuelo murió, y tuve que dejar de estudiar. Empecé a trabajar en la construcción para ganarme la vida, y poco a poco MM renovó sus modelos. El Carbone dejó de fabricarse, y por vicisitudes de la vida mi coche de juguete se extravió, aunque ya llevaba tiempo sin ruedas, con los cristales rotos, rayado...

Por fortuna apareció internet, y entonces pude volver a reunir mucho material de él: catálogos antiguos, anuncios, reportajes en revistas... También me hice miembro de clubs de aficionados, tanto nacionales como internacionales.

No había podido estudiar mecánica, pero mientras mis amigos iban de ligue, de vacaciones o a la discoteca, yo me devoraba libros de mecánica y electromecánica, sobre todo de MM. Así, los llegué a conocer en profundidad.


Hacerse con uno era imposible, sus precios estaban por las nubes, pero en cuanto tuve mi primer sueldo una idea comenzó a surgir en mi cabeza: haría uno yo mismo. Iba adquiriendo piezas (según podía encontrarlas, y pagarlas) en desguaces y en lugares de venta de segunda mano por internet: una culata por aquí, un faro por allá, un cárter este mes, una aleta éste otro... De esta forma acabé siendo conocido en todos los desguaces cercanos a mi localidad, me llamaban "el chico del carbone", porque siempre estaba detrás de sus piezas. El chasis, el cuerpo del motor, el cuadro de instrumentos... Imposibles de encontrar. Pero entonces un señor de uno de los desguaces, con el que me llevaba bastante bien, me notificó que había hecho un gran hallazgo: un antiguo taller de MM cerrado desde hacía años tenía piezas de Carbone. Me llamaron para ir a verlas, y entre ellas había un chasis en bastante buen estado. Me costó sangre, sudor y lágrimas comprárselo, pero logré que me lo vendieran a un precio que yo podía pagar, eso sí: llevándose por delante todos mis ahorros. Pero me daba igual. Había alquilado un minúsculo almacén, y dentro estaba todo lleno de piezas de los MM Carbone. Era un rompecabezas inmenso, que parecía imposible de entender excepto para mí. Me sabía hasta la colocación del fusible más insignificante del auto.

Pero aún así, aquello estaba aún muy lejos de ser un Carbone al completo. Me seguían faltando un número de piezas ingente, algunas muy importantes. Fue entonces cuando el departamento de históricos de MM decidió volver a fabricar piezas para los Carbone. En teoría, los pedidos solo podían hacerlo talleres autorizados, pero había logrado que me admitieran como mecánico independiente tras mis muchos años de ayuda en sus foros de asistencia oficiales. Sudores me había costado conseguirlo, pero ahora podía pedir un cuadro de mandos nuevo, ¡e, incluso, un motor nuevo!

Ahorré, ahorré y gasté más dinero, pero aún me quedaba mucho por hacer. Entonces vi en una página de anuncios por palabras que un señor vendía su MM Carbone. Lo había tenido a la intemperie desde que sufriera un accidente con él, y el auto estaba muy dañado, pero yo podía ver su potencial. Me faltó tiempo para comprárselo antes de que otros se enterasen y lo desarmaran para piezas. Tenía un auto para reconstruir, un interior para tapizar, un motor para reparar, y una carrocería para pintar, pero tenía sus papeles y podía hacerlo revivir. Dediqué infinitas noches de sueño y días de descanso, pero por fin conseguí hacer de mi deseo una realidad: ¡tener un MM Carbone! ¡Para mí! Cuando lo puse en los foros de usuarios, sabiendo mis compañeros lo que había estado luchando por uno (algunos me ayudaron enviándome piezas gratis o contactos) la alegría fue tremenda. El relaciones públicas de MM en mi país no solo colaboró enviándome documentación de la época del vehículo, sino que me hizo llegar una cazadora oficial de la marca para que lo celebrase. Lo último que hice fue retirar la placa original, dañada, y poner otra nueva lustrosa y de aluminio, del departamento de piezas oficial de la marca, en la parte trasera del coche. Los que condujesen detrás de mí en la carretera podían leer bien clarito: "MEKANIK MEKATRONIK". Me eché a llorar, sin poder creérmelo. Mi garito que hacía de taller, lleno de pósters inmensos de Mekanik Mekatronik, mi escritorio, con objetos de merchandising de la marca... ¡Y ahora, por fin, tenía un coche de la marca! ¡Un auténtico y genuino Mekanik Mekatronik! Cuando salí a la carretera con él pensaba que el mundo entero me admiraba, y tenía miedo de que hasta un mosquito se estrellase en el parabrisas. Aún había Carbone por la calle, pero pocos. Y menos aún Carbone TR. Y menos todavía, Carbone TR en color negro. El logo de MM brillaba en lo alto de la culata del motor, y en los asientos, originales, en los cuales estaba grabado a bajorrelieve. La planta del coche era monumental, su presencia, imponente. Aún destacaba por encima de los Peugeots, de los Ford, de los BMW actuales. Incluso era imponente ante su propio sustituto, el Mzero.


El día que entré en un concesionario oficial de MM me sentí como en otro planeta. Ahora entendía por qué la gente se peleaba por esos autos, por qué había listas interminables no solo por adquirir uno, sino hasta por sus piezas de época. Volví a recordar cómo, de pequeño, veía a los afortunados dueños salir y entrar de los talleres, orgullosos de sus MM, fantaseando en que, un día, de mayor, yo haría lo mismo. ¡Ahora lo estaba haciendo! Cuando la supervisora del taller me vio acercarme, se fue hacia mí, señalándome un espacio en el amplio centro:

- ¿Un Carbone? Por allí... - Me indicó. Y mencionaba "Carbone" con orgullo. Era gente que se sentía satisfecha de representar a esa marca, que lo llevaban en la sangre. Entonces me desplacé hacia ese lugar, y me sentí transportado: las paredes estaban cubiertas con anuncios y carteles de la época, pero totalmente nuevos. Era como si el auto continuase fabricándose. MM ponía atención hasta los mínimos detalles. El operario, con un traje en donde podía leerse a su espalda, en letras blancas, bien claro, "Mekanik Mekatronik", se acercó a mí. Mientras me preguntaba qué quería hacer, tecleaba en su terminal los datos del vehículo. Luego, me invitó a esperar en una sala, donde una azafata servía cafés y en una gran pantalla de televisión se visualizaban vídeos de MM de todas las épocas. En un lateral había un enorme expositor, con calendarios de bolsillo, marcapáginas y tarjetas de MM. Lo mas llamativo es que estaban clasificadas por años, y había de todas las épocas. Por supuesto, cogí unos cuantos del MM Carbone. Pregunté a la azafata dónde podía hacerme con la tarjeta de cliente, y me facilitó un formulario. En el campo: "¿de qué modelo MM es usted propietario?", escribí con orgullo: Carbone TR. Mi auto de niño era ahora una asombrosa y apasionante realidad.
| Redacción: © Bia Namaran

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4 comentarios :

  1. El Carbone me recuerda a uno de mis coches favoritos estéticamente hablando, el Dodge Challenger SRT8.

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    1. A mí también me gusta el Challenger, pero es demasiado largo, me molan más los coches de dos cuerpos y medio... Así que si te fijas, la parte trasera de éste es más molona que del modelo comercial :D Luego, para ser setentero-ochentero, los paragolpes tenían que ser obligatoriamente en negro, no pintados como ahora. Y poco más, logos por aquí y por allá y listo.

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  2. por cierto:
    http://hdandroidwallpapers.tk/wp-content/uploads/2016/06/2015-dodge-challenger-r-t-classic-2040-x-1360.jpg

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  3. Coincido en que algo más corto, ganaría mucho. Bueno, precisamente como el MM. Los paragolpes, me son indiferentes. Eso sí, nada de cromados como en los 60 y 70.

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